Eduardo Trigo O’Connor, un hombre de bien

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Por Roberto Elissalde *

Para sus amigos argentinos no fue Lalo, ni el licenciado, ni el doctor, como lo llamaban en su tierra y familiarmente; primero fue protocolarmente Su Excelencia, después Embajador y finalmente Eduardo, así conocimos y tratamos a Eduardo Trigo O´Connor Darlach que el 9 de setiembre dejó esta vida terrenal. Fue en su Tarija natal en la que había pasado buena parte de su existencia y en la que a los 86 años, tan plácidamente como había sido su vida interior, pasó en su casa de siempre, rodeado de los suyos, de sus objetos, de sus libros y de las condecoraciones y distinciones recibidas en su fecunda siembra terrenal como se dice usualmente “de un sueño al otro”.

De muchacho se inclinó por el derecho y de allí pasó a la diplomacia en la que largamente se destacó. Una foto lo atestigua joven de 21 acompañando al vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon luciendo en su pecho dos condecoraciones. En la cancillería de su patria sirvió a país en distintos destinos y en el exterior fue embajador ante el Reino Unido y en nuestro país en tiempos de la restauración de la democracia en la década del 80. Testigo privilegiado de sucesos históricos estaba entre nosotros cuando la visita de Juan Pablo II en abril de 1987 y presenció las cíclicas crisis que nos tocan vivir. Vuelto a su patria fue
vicecanciller de su país.

Eduardo Trigo O´Connor
Eduardo Trigo O´Connor junto a Richard Nixon

Ya retirado del servicio exterior, se dedicó a la vida intelectual colaborando en entidades culturales y patrióticas, algunas de ellas como la Academia Boliviana de la Historia lo llevaron a ocupar el sitial de académico de número. Así mismo publicó entre otras obras “Conversaciones con Víctor Paz Estenssoro” y “Tarija en la Independencia del Virreinato del Río de La Plata”, sin contar numerosos artículos. Otro aspecto fue su entrañable amor a Irlanda cuya sangre llevaba por sus venas, recordando a sus ilustres antepasados.
En nuestro país fue miembro del Instituto Bonaerense de Numismática y Buenos Aires, recibió su diploma en 2012 cuando nos visitó por última vez con Silvia su inseparable compañera, y tuvimos la alegría de compartir varias reuniones y una comida en casa. En la oportunidad había trabajado la figura de Belgrano en ocasión del bicentenario de la creación de nuestra bandera, para una publicación rescatando la figura del prócer en el Alto Perú.

Lucido observador de la realidad del mundo, hombre de inmensa cultura y al alcance de todas las novedades en materia de comunicación, recordaba que los diplomáticos deben ser expertos comunicadores; fue miembro correspondiente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación. Sobre el periodismo con el que colaboró en su patria y en nuestro medio escribió: “La labor de los periodistas requiere de sacrificios e impone normas que inexcusablemente deben ser observadas dentro del marco de la honestidad absoluta. La verdad en la difusión de la noticia es la base del periodismo; lo que obliga al hombre de prensa a estar munido de una corrección que esté por encima de cualquier interés personal o de grupo. La
imparcialidad debe ser inherente a la moral profesional”.

“Somos testigos del notable desarrollo de la tecnología de la información, los hechos que se producen en cualquier parte del mundo son conocidos casi en el mismo momento en que suceden, lo que da una nueva proyección al periodismo que lo hace fácilmente accesible. Sin embargo, es un arma de doble filo porque hace a la noticia vulnerable a deformaciones. Un periodismo responsable no debe dejarse seducir por esa inmediatez. Por otra parte, la libertad de expresión y de pensamiento son derechos garantizados por el régimen legal del país, todos debemos velar por su cumplimiento cuando se pretenda vulnerarlos y tener claro que sin ellos no hay democracia”.

Las exequias y los funerales de Eduardo Trigo O´Connor Darlach, fueron una muestra del dolor causado por su partida, renovado en el afecto a Silvia y a sus hijas; en nuestro medio los que fuimos sus amigos lo recordamos por su calidez, generosidad y sobre todo porque fue “un hombre de bien”.

* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

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