La política de Defensa y Seguridad del nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sido calificada como “ambiciosa”, “audaz” y, para los más críticos, “provocadora”.
Petro llega al poder con dos propósitos en la materia: la “paz total” y la “seguridad humana”, como las llama él. La primera consiste en pactar tratados de paz con los casi 30 grupos armados vigentes en el país. La segunda intentará brindar seguridad ya no a través de la vigilancia o la persecución de criminales, sino de oportunidades, acceso a servicios básicos e infraestructura.
El adjetivo ambicioso es, sin duda, el que más consenso genera.
Petro llegó a la Presidencia tras una virtuosa carrera política de denuncia de la corrupción y de la violación de los derechos humanos. Su plan para la paz de Colombia va en esa línea: dejar atrás las estrategias guerreristas y persecutorias heredadas de la Guerra Fría, impulsar un debate internacional sobre la legalización de las drogas y transformar de raíz el modelo económico desigual que, según él, promueve la guerra en el país.