Un caramelo envenenado

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Para el FMI, el crecimiento económico de la Argentina sólo sería superado este año por China. Pero paralelamente advierte que ningún país puede mantener en el tiempo el actual nivel de recalentamiento de la economía.

Por Julio Villalonga 

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ajustó al alza la estimación de crecimiento de la economía en 2011 en dos puntos porcentuales respecto del pronóstico de abril, de 6 a 8 por ciento. Paralelamente, también calculó una baja más acentuada de la tasa de desocupación, que ya se ubica en el 7 por ciento, dos puntos menos que la de Estados Unidos. De este modo, la proyección de crecimiento para la Argentina, según el FMI, sólo sería superada por China, con el 8,2 por ciento de aumento del PIB.

Hasta aquí, podría decirse que se trata de una buena noticia. El informe halagüeño del Fondo, sin embargo, trae un caramelo envenenado. Después del duro debate interno provocado por la estimación de abril, que fue rechazada por el gabinete económico, los funcionarios del organismo financiero internacional aceptaron revisar sus estimaciones pero no se \”bajaron\” de una cuestión para ellos innegociable: la inflación. Según las tradicionales recetas del Fondo, ningún país puede sostener en el tiempo un nivel de recalentamiento de la economía como el que mantiene la Argentina.

El informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales, difundido en Washington dos días antes de la asamblea conjunta del FMI y el Banco Mundial, mantuvo, además, su previsión de aumento de 4,6% del PBI argentino en 2012, apenas medio punto por debajo de la proyección del gobierno nacional.

El organismo también mejoró fuertemente las proyecciones relativas al empleo en la Argentina, ya que espera que la tasa de desocupación se ubique en 7,3% este año y en 6,9% el próximo, cuando en abril proyectaba tasas de 9 y de 8,5%, respectivamente.

No obstante, las mejoras en materia de actividad productiva y de performance laboral, el Fondo, fiel a sus recetas ortodoxas, insiste en que la Argentina debería adoptar un \”fuerte endurecimiento\” monetario para sortear el riesgo de \”sobrecalentamiento\” de la economía.

En materia de inflación, los técnicos del FMI asumen una virtual estabilidad, en torno al 12%, bien por debajo de la tasa de aumento de los precios implícitos en el PIB.

En rigor, lo que sucede internamente en el Fondo es reflejo de la grave crisis financiera internacional que se desató en 2008. Desde entonces (ver nota de páginas 12m 13 y 14), un profundo revulsivo contestó los dogmas del FMI hasta el punto de que, lentamente, avanza hacia el reconocimiento de un \”nuevo orden\” con más poder para los países emergentes, en contra de los países centrales. Ningún cambio revolucionario, incluso para algunos, más bien \”gatopardista\”, pero aunque sea algo aquellas estructuras incontestables se están moviendo.

Pero para el gobierno argentino, que en 2006 decidió cancelar la deuda con el FMI para evitar sus condicionamientos, nada de lo que suceda allí debería ser tenido en cuenta. No es tan así: sigue estando en debate la cuestión de si hace falta que la Argentina suscriba el capítulo IV del acta del Fondo para acceder a la cancelación de la deuda con el \”Club de París\”, un tema que para Amado Boudou es una \”espina\” que se lleva de su gestión como ministro de Economía.

Aunque la Administración Kirchner –en particular Boudou y Mercedes Marcó del Pont, la titular del Banco Central– aseguran que el país no volverá en lo inmediato al mercado financiero internacional, la falta de acuerdo con el \”Club de París\” pasa, necesariamente, por el \”mal ejemplo\” que significó la \”salida\” intempestiva –filonacionalista, para algunos– de la Argentina, anunciada con bombos y platillos por el entonces presidente Néstor Kirchner en un acto público.

Y que el Fondo siga reclamando \”sumisión\”, para el kirchnerismo resulta inaceptable. Y una demostración de que las cosas no han cambiado tanto en el esquema de poder mundial, más allá de la \”reingeniería\” interna del FMI, cuyos préstamos siguen sosteniendo, mayoritariamente, a los países europeos.

De hecho, un enorme \”Plan Marshall\” se derivó desde 2007 hacia los países del Este europeo, muchos de los cuales no cumplían con los requisitos básicos que imponía el Fondo pero sí necesitaban desesperadamente de fondos y estaban dispuestos a privatizar lo que hubiera que privatizar (¿dejá vù?). La crisis del 2008, encontró a los países periféricos de la zona euro tremendamente endeudados. Y Europa comenzó a resquebrajarse por ese lugar y recién más tarde avanzó la crisis hacia Irlanda y Grecia, que hoy parece indetenible. ¿Otro error de cálculo de los organismos financieros internacionales? Lo dudamos. En rigor creemos que el Fondo fue creado y creció con un fin determinado, la circulación del flujo financiero en beneficio de los países centrales. Y el financiamiento de aquellos países que aceptaban entregar a cambio partes cruciales de sus economías. La crisis de 2008 puso \”blanco sobre negro\” esta cuestión.

Si lo que el Fondo \”bendecía\” en los \’90 es lo contrario de la política encarada desde 2003 a esta parte, en la Argentina, que ahora ese organismo de crédito admita algunos buenos números de la economía, a pesar de que ningún número importante de la economía local es creíble, no debiera llenar de alegría a los funcionarios del Palacio de Hacienda.

Pero, en efecto, no es posible sostener ninguna economía por mucho tiempo con una inflación que orille el 25 por ciento. Incluso los economistas ortodoxos creen ver en el proyecto de Presupuesto 2012 algunos atisbos de \”enfriamiento\”, palabra que ni siquiera figura en el diccionario de la Presidente. Por ejemplo, se estima en la Ley de Leyes que la inflación debería ser inferior a 10 por ciento y que el dólar debería llegar a 4,50 pesos.

Es verdad que se trata de expresiones de deseo, de un \”presupuesto\”. Pero lo que no figura en las proyecciones es que Cristina Kirchner de Kirchner no quiere ver devorado su próximo mandato por una \”demanda enloquecida\” de aumentos de salarios, según se le ha escuchado decir en privado.

Un techo de no más del 20 por ciento en las próximas paritarias daría cuenta de ese deseo. Calculan en el Gobierno que, con un resultado definitivo en las elecciones del 23 de octubre, Cristina contaría con el aval como para reclamarle tranquilidad a Hugo Moyano. El \”tono\” de esta relación es, en buena medida, la clave del próximo mandato.

*Director de gacetamercantil.com
Twitter: @villalongaj

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