Boudou, Bossio, Mariotto. Pero también Scioli y Gioja. La pérdida de credibilidad de los medios tradicionales (Clarín, La Nación, TN) y un estudio necesario: cuánto influyó el operativo antiK en el ánimo de los votantes.

Amado Boudou, el discutido ministro de Economía, se habrá acostado anoche con la misma amplia sonrisa que se le vio dibujada en la cara durante los festejos en el búnker del kirchnerismo, en el Hotel Intercontinental.

No es para menos, los analistas discuten ahora cuánto le agregó su incorporación a la fórmula de Cristina Kirchner, si mucho o poco, pero ninguno se animaría a decir que le restó.

Junto con Boudou ganó ayer Diego Bossio, su hombre en el Anses, esa repartición duramente criticada desde la oposición mediática y política por \”clientelismo\” que, con la Asignación por Hijo y el plan Conectar Igualdad (el de las netbooks), sacó de la pobreza extrema y de la indigencia a varios millones de argentinos.

Entre los que pueden acreditarse parte de la vigorosa victoria del oficialismo está también Juan Carlos \”El Chueco\” Mazzón, el artífice de varios de los bordados electorales en distritos importantes que, más allá de algunos fracasos, logró imponer la tesis \”Cristina ya ganó\”, la misma que era considerada triunfalista hace un mes por los columnistas de los principales medios.

También se fortalece la \”línea joven\” encarnada por el secretario de Medios de Comunicación, Juan Manuel Abal Medina (h) y \”La Cámpora\”. 

La lectura de las columnas de hoy, lunes, le debe estar deparando un especial placer a varios altos funcionarios en la Administración Kirchner.

Aunque la generosidad es una virtud que no engalana la personalidad de muchos, y es esperable que menos aún algo así suceda en la política, la avalancha de votos a favor de Cristina Kirchner parece haber hecho reflexionar a la mayoría de los analistas.

Los mismos que hace no mucho auguraban una rebelión antiK en las urnas, después de las sucesivas derrotas en la Ciudad Autónoma, Santa Fe y Córdoba, amanecieron en apariencia bañados de humildad, como haciéndole caso a la Presidente. Aunque como se verá, ninguno está dispuesto a convertirse (No hacía falta tanto).

Ricardo Kirschbaum, el secretario general de \”Clarín\”, apuntó hoy que este escenario \”favorable a la reelección (…) es exclusivo mérito del oficialismo y una impúdica muestra de que la oposición, por lo que fuera, no ha sabido encontrar un común denominador todavía para convertirse en un desafío serio para el kirchnerismo\”.

En efecto, y esto es así a pesar de los esfuerzos denodados del Grupo y de sus aliados mediáticos.

Sobrevuela en los comentarios editoriales la desazón por la incapacidad de los líderes opositores para armar una oferta que prolongara, al menos, la expectativa hasta el 23 de octubre. Las tres derrotas encadenadas del oficialismo, en las últimas semanas, habían permitido montar un escenario de fin de la invencibilidad de Cristina que fue forzado hasta el cansancio. Ahora se ve, hasta el cansancio de los votantes.

Joaquín Morales Solá apunta. \”Un empate técnico entre Eduardo Duhalde y Ricardo Alfonsín por un lejano segundo lugar mostraba anoche a una oposición vencida por el fuego amigo y por la vieja propensión social a votar con la economía como prioridad\”.

Cierto, como también es cierto, como añade, que de la oposición quedan hoy \”sólo partículas de lo que fue la alianza de hace dos años\”. Nada más que \”ambiciones personales, abundancia de mezquindades y rígidas cinturas políticas\”. Otro despechado con la inutilidad de los dirigentes opositores.

El más lúcido de los columnistras antiK, Carlos Pagni, retacea los reconocimientos. Para él, tres factores confluyeron en el resonante éxito del Gobierno. \”En primer término, la regeneración del kirchnerismo a partir de la muerte de Néstor Kirchner. En segundo lugar, la percepción de una bonanza económica que induce a una tendencia de pasable conservadurismo: igual que en la Capital Federal, Santa Fe y Córdoba, ayer ganó el que gobierna. Por último, la persistencia de la crisis política abierta en el año 2001, que volvió a manifestarse en la incapacidad de las fuerzas de la oposición para construir una alternativa al Gobierno\”.

¿Qué pasó con la anticipada \”rebelión en la granja\” de los \”farmers\” locales? No indicaban un previsible aluvión campero los triunfos opositores en la Ciudad Autónoma, Santa Fe y Córdoba? ¿No eran la antesala de la bofetada que le daría el campo bonaerense a Daniel Scioli? En fin.

Probablemente el electorado no haya analizado demasiado a los candidatos que ungió Cristina, pero sí tuvo claro a quienes ni pensaba votar. Pero entre las apuestas exitosas que no mellaron la performance del kirchnerismo habrá que anotar la de Gabriel Mariotto como compañero de fórmula de Scioli. La del propio Scioli. O la de José Luis Gioja en San Juan.

En relación a Mariotto, la Presidente destacó en su discurso el rol que cumplió en esta elección la vigente Ley de Medios Audiovisuales a la hora de darle espacio a partidos que de otro modo no habrían podido explicitar sus plataformas. Fue otro reconocimiento a Mariotto, sobre el preexistente de su candidatura.

También debe rescatarse el resultado que obtuvo en la región de Cuyo el puntano Alberto Rodríguez Saá. Y la derrota de Mario Das Neves en Chubut.

Otro dato, para el final. Cristina Kirchner apenas si mencionó la cuestión crucial de los medios en esta campaña. Se espera un análisis metódico, racional -aunque no aséptico- de algún sociólogo o semiólogo sobre el rol que cumplen y del impacto que podría haber tenido la inveterada oposición que desplegaron el Grupo Clarín (el diario, TN, Radio Mitre, Telenoche, etc.) y, en menor medida, La Nación y Perfil, en el vuelco impresionante de votos a favor del oficialismo. Esto mientras, en paralelo, vienen perdiendo lectores sin pausa desde 2008 a esta parte. La cuestión de la credibilidad ya es insoslayable. Es de locos pretender que se obtengan distintos resultados con las mismas herramientas.