Cuando el líder soviético Iósif Stalin murió el 5 de marzo de 1953, pareció que toda la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se sumía en el luto.
Sin embargo, tras el dolor exterior, había sentimimentos encontrados hacia un personaje bajo el cual millones de personas habían perecido en purgas y hambrunas, y millones más soportaban la pobreza.
Durante sus casi tres décadas en el poder, Stalin trató de proyectar una autoridad incuestionable y reprimió brutalmente las voces disidentes.
Sin embargo, en la Unión Soviética hubo protestas. No eran frecuentes ni a gran escala, pero indicaban que muchos no estaban de acuerdo con el régimen totalitario. Una de estas protestas la protagonizaron tres niños. Sus historias las trae a la actualidad BBC Mundo.