“El Hobbit”: ¿Qué le ha pasado a Peter Jackson?

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El director neozelandés vuelve a llevarnos a la tierra media con el afán de concluir esta nueva trilogía basada en el libro del escritor J. R. R. Tolkien.

Después de pasar tantos años habitándola, el director neozelandés Peter Jackson ha transformado la tierra media en algo así como el patio de su casa. Allá por el año 2001, mientras nuestro país se sumía en una profunda crisis, quien escribe era testigo del comienzo de la mejor saga cinematográfica de fantasía épica que se ha hecho hasta el momento.

Una trilogía monumental que, no solo a revitalizado la obra del célebre escritor J. R. R. Tolkien, haciendo que el gran público se emocione viendo en pantalla a los personajes que, con maestría, habían descripto en la novela: “El Señor de los anillos” publicada en 1954, sino también recreando uno de los mundos fantásticos más maravillosos que se han podido ver desde que los Hermanos Lumière inventaron el cinematógrafo durante el siglo XIX.

Dicho esto no queda la menor duda de que en estas líneas no va a haber un ápice de objetividad, por eso, si quieren imparcialidad, va a ser mejor que lean otro análisis.

Una nueva aventura. Luego de una serie de contratiempos, en 2012 vio la luz por fin la primer película de esta nueva trilogía que culminó el jueves pasado con el estreno de “El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos”. A lo largo de ella pudimos ver nuevamente a muchos de los personajes que alguna vez nos habían dado tantas alegrías, y a otros nuevos que esperábamos ayudaran a dar más profundidad al mundo de la tierra media.

Allí aparecieron Bilbo Bolson (Martin Freeman), Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage) y compañía, mostrando magníficas actuaciones por parte de sus intérpretes que, a pesar de no haber sido todo lo que se hubiese esperado, nos han dejado algunas escenas dignas de recordar. Otro cantar ha sido para viejos conocidos como el Gandalf de Ian McKellen o el Legolas de Orlando Bloom, por citar algunos ejemplos, ya que han sumado pocas novedades al registro de sus personajes, simplemente limitándose a mostrar facetas “archiconocidas” gracias a la saga del anillo.

En cuanto a la ambientación de la tierra media tampoco encontramos grandes cambios, si hay algo que Jackson había sabido hacer es recrear ese mundo mágico con maestría, ¿Por qué habría de cambiarlo?

Sin embargo, hay algo que no se nos puede escapar en este apartado, y es el uso excesivo del CGI (Imagen generada por computadora) en casi toda la nueva trilogía. Lo que en “El señor de los anillos” lucía natural e impactante, en “El hobbit” luce artificial y poco atractivo, sobre todo en esta última entrega, donde vemos situaciones ridículas en las que parece que somos espectadores de alguno de los videojuegos que fueron saliendo en el transcurso de estos años gracias a la popularidad de las películas.

La parte musical es otro de los aspectos que ha hecho grande a la franquicia, por eso, Jackson volvió a contar con el compositor canadiense Howard Shore entre sus filas para confeccionar las partituras de “El hobbit”.

Shore ya había sido galardonado gracias a su excelso trabajo en “El Señor de los Anillos: el retorno del Rey” y “El Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo” y, como no podía ser de otra manera, aquí vuelve a destacarse haciendo un trabajo impresionante de principio a fin.

Un viaje interminable. Sin dudas el aspecto más criticado del film a lo largo de estos años ha sido el guion. El mismo ha sido construido y reconstruido varias veces, pasando por diferentes manos y atendiéndose a intereses que lejos están de ser puramente cinematográficos, y eso se pone de manifiesto al ver lo desparejas que han sido las tres partes de esta grandilocuente obra.

Los problemas surgidos de la primera entrega de la saga se profundizaron en la segunda, dejándonos pocas esperanzas de que en este epilogo algo fuese a cambiar, y así fue.

“El Hobbit: La batalla de los cinco ejércitos” narra los hechos posteriores a la recuperación de la montaña solitaria por parte de la compañía de Thorin Escudo de Roble quien, obsesionado con las riquezas allí guardadas, se vuelve codicioso ante la mirada de sus compañeros, quienes no hacen más que seguirle la corriente. Pero mientras enanos, humanos y elfos pelean por los tesoros escondidos en la montaña, un mal aun mayor se ciñe sobre ellos, que no es más que el presagio de los oscuros tiempos que están por venir.

En este epilogo de la trilogía vemos los mismos defectos y virtudes que en sus antecesoras: personajes y situaciones metidos con calzador, romances intrascendentes, escenas fuera de tiempo, abuso de imágenes computarizadas a diestra y siniestra, que no hacen más que darnos pena por lo que, a priori, podía ser una oportunidad de reivindicar dos primeras entregas bastante flojas.

Sin ganas de seguir extendiéndome en el análisis debo decir que, ahora que la nueva trilogía de la tierra media ha terminado, dejará en algunos espectadores una profunda decepción, notándose a la legua que la saga de “El hobbit” se ha construido desapasionadamente y con el mero afán de lucro. Lejos quedó aquella esplendida travesía de Frodo y Sam que me toco ver durante mi adolescencia y que, aun hoy en día, sigo visionando cada vez que tengo la oportunidad.

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