El Evismo: pragmatismo político en la nueva izquierda indígena

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El modelo democrático Boliviano pareciera ser un sincretismo obrero-indígena dentro de un mundo capitalista, logrando ser en la práctica un modelo de pragmatismo político en el cual el discurso y la realidad son hermanos separados.

Nota de la redacción:

En un reciente artículo aparecido en “El Mercurio”, Joaquín García-Huidobro llamaba a los chilenos a dejar de tener una mirada simplista con Bolivia y a entender su complejidad. Nos llamó mucho la atención la columna, sobre todo por la particular mirada que un autor conservador daba a un gobierno que se dice socialista. Por lo mismo, le pedimos a Tom Aston, un investigador inglés viviendo actualmente en Bolivia, que nos diera su visión. Aquí está.

Pocos meses después de asumir el poder, Álvaro García Linera, vicepresidente de día y teórico marxista de noche, vio como conveniente darnos un elegante conceptualización de la formación de la “nueva izquierda indígena” en Bolivia, encabezado por Evo Morales.

Para no aludir al caudillismo de ninguna forma, García Linera lo nombró el “Evismo.” Nos enseña que todo surgió de una lucha de poder de los movimientos sociales para una verdadera auto-representación del pueblo, el mismo que encontró su núcleo existencial en el Presidente Evo Morales. El modelo democrático Boliviano pretende ser de cara indigenista (descolonizadora), de corte Zapatista (mandar obedeciendo), y de bolsillo marxista (redistributiva). Por este mismo sincretismo obrero-indígena dentro de un mundo capitalista, este logra ser en la práctica, un modelo de pragmatismo político en el cual el discurso y la realidad son hermanos separados.

El Movimiento al Socialismo (MAS) surgió del desapego y desintegración de los partidos políticos de la izquierda de la democracia pactada en los años noventa. Por ello, insiste en el protagonismo de los movimientos sociales (cocaleros, sindicatos obreros, organizaciones indígenas, etc.), marginalizando técnicos de la burocracia y políticos de profesión. Evo Morales es la encarnación de esta visión: un pobre indígena con poca educación formal que responde a lo que siente en su estómago más que lo que le dice un experto o lo que uno puede leer en un libro.

En Bolivia sobre los últimos 7 años, se ha aumentado el PIB de manera sostenida y se ha reducido la pobreza de manera significativa. Pero, también Bolivia ha beneficiado mucho de la voz pasiva del idioma castellano. Muy pocos cambios en la productividad o en la equidad se pueden atribuir directamente a las políticas del gobierno de Evo Morales.

A mi parecer, la demanda en la Haya es una de muchas expresiones de una relación inquieta entre un belicoso populismo discursivo de injusticias del pasado y una sumisión de facto cotidiano a las injusticias de hoy.

Evo Morales no es Hugo Chávez

Pues no (porque en Bolivia, siempre se debería empezar con pues). A pesar del discurso anti-capitalista, las mejoras en Bolivia no se deben a políticas anti-capitalistas.

El cambio en el balance de pagos se debe principalmente a la bonanza de precios de petróleo (que se ha multiplicado por tres entre 2005 y 2013), la introducción de un impuesto directo a los hidrocarburos (IDH) de una administración anterior en 2005 (la cuarta parte de recaudación tributaria), la condonación de la deuda a través de tres rondas del Highly Indebted Poor Countries Initiative y el Multilateral Debt Relief Initiative (en 2010 equivale el promedio anual del pago de la deuda externa entre 1985 y 2005), y un manejo macroeconómico conservador. Debido al “súper ciclo” de precios, se ha multiplicado las reservas netas internacionales por doce entre 2005 y 2012. La política monetaria sigue siendo de corte conservador, con medidas para controlar (retirando liquidez) y camuflar la inflación (reduciendo la proporción de alimentos en el Índice del Precio al Consumido en 2008) y mantener el gasto fiscal en línea con la recaudación fiscal.

La reducción de la pobreza e inequidad sobre los últimos años se debe principalmente al boom de precios de materias primas. Ahora, por el aumento de “circulante” en la economía, se ha (nota la forma pasiva) reducido el desempleo al nivel más bajo de la región. Se estima que el gobierno ha creado alrededor de 50,000 nuevos empleos estatales (sobre todo, para administrar el boom), pero el boom también ha catalizado un boom de construcción y comercio que crea mucho empleo de baja calidad y poca sostenibilidad para personas con bajos niveles de educación. El salario promedio para los que no terminaron secundaria aumentó 36.2% entre 2005-2011 (Hernani & Eid, 2013), y ahora trabajadores “no calificados” ganan más que los trabajadores calificados (Morales, 2012).

Igual a los precios de petróleo, se ha multiplicado el gasto en educación por tres entre 2005 y 2012. Se ha multiplicado los presupuestos de las universidades por tres porque reciben su plata del IDH, el mismo que se ha multiplicado por seis sobre el mismo periodo.

Evo Morales no es Rafael Correa

El gobierno tiene varias medidas para frenar el disenso. Me acuerdo claramente hace unos años en la Universidad Mayor de San Andrés en el evento El Litio: ¿Mito o Realidad? cuando el periodista de El Diario Humberto Vacaflor cuestionó si Bolivia tenía la capacidad de personal suficiente para explotar el gas, el asesor (o quizá guardaespaldas) del ministro de minería le gritó de la audiencia para que se calla; cosas que no se debería repetir acá. Sin embargo, Bolivia sí tiene prensa libre, y el periódico Página Siete es un buen ejemplo de eso.

Evo Morales no es Cristina Fernández de Kirchner

Definitivamente. El gobierno de Evo Morales no está gastando dinero que no tiene. A pesar de haber asumido una deuda muy grande con Venezuela, el ratio de deuda externa en valor presente/PIB de 17,6% es menor al umbral de 40% utilizado por el Marco de Sostenibilidad de Deuda (DSF), y las reservas netas internacionales ha creado un colchón importante para el futuro.

El gobierno ha aumentado el gasto público más o menos al mismo ritmo como el aumento de precios de materias primas, y tiene una preferencia por gastos de alta visibilidad (y alto impacto político) como el programa Evo Cumple, donde el mismo presidente entrega obras de infraestructura (ej. Canchas de fútbol) directamente a áreas rurales de preferencia.

Pero el gobierno también gasta bastante plata en subsidios. El subsidio de gas vale alrededor de $US100 por persona al año. De ser una medida regresiva, el gobierno intento a reducirlo a finales de 2010, pero porque el gobierno tiende a responder a grupos de interés (en este caso, los sindicatos de transportistas) y no al pueblo en general, decidió reintroducir la medida. Además, el gobierno gasta alrededor de $US 400 millones por año en una pensión universal no contributiva y dos transferencias monetarias. Las encuestas de IPSOS indican que las transferencias son la razón principal porque la población urbana apoya el presidente.

De hecho, la participación del gasto social en el total del gasto público ha tendido a reducirse, pasando de 32,9% del gasto total en 2006 a 28% en 2013 a 25% proyectado para 2014 (VIPFE, 2014). Así, a pesar de logros en la reducción de la deserción escolar y la coberturas de partos institucionales, la matriculación escolar y los controles post partos han caído también, el mismo que muestra una política social poco planificada.

Sobre escribir a dos manos

Se habla mucho de nacionalización y de redistribución en Bolivia. Pero, en realidad, la gran “nacionalización” del sector de hidrocarburos fue nada más de una renegociación de contratos de empresas privadas y un aumento de la toma estatal del sector. Igualmente, cuando se habla de “redistribución,” no se refiere a una definición clásica de redistribuir ingresos o bienes de ricos a pobres. Más bien, se refiere simplemente a redistribuir el excedente de la renta de gas a toda la población, sin considerar seriamente diferencias de geografía o pobreza. Por ejemplo, la distribución del IDH beneficia a los departamentos que produce gas (los más ricos) mucho más que los departamentos pobres, y los programas sociales no están focalizados hacía los municipios o las personas más pobres o vulnerables.

En paralelo, a pesar de un aumento de salarios (y el salario mínimo), el nivel de informalidad de empleo se mantiene, las contribuciones a seguridad social se mantiene, y la contribuciones a pensiones se reduce. No todo empleo informal es precario, pero está claro que no se ha mejorado la calidad de empleo bajo este gobierno. De hecho, varios estudios (ej. Jiménez Zamora, 2012) señalan que, usando indicadores tradicionales, la calidad de empleo ha empeorado.

Sin embargo, el pueblo boliviano no siente todos estos síntomas porque están camuflados por el boom, y no siente la misma crisis de representación, porque por primera vez, el pueblo anteriormente marginalizado tiene un presidente con quien identificarse. Con los militares, Evo Morales no tiene que justificarse; hizo su servicio militar. Con los sindicatos, Evo Morales no tiene que justificarse; es el líder de los cocaleros. Con las indígenas, no tiene que justificarse; es de descendencia Aimara. Con los pobres, Evo Morales no tiene que justificarse; fue pobre. Por ello, Evo Morales no tiene que representar el pueblo; es el pueblo – las experiencias del pueblo son sus vivencias. Y por eso, sobre todo, es tan popular.

Esta consciencia de identidad es basada en una seria de reivindicaciones de clase, de etnia y de nacionalismo. La memoria del pasado de explotación es palpable, y eso se refleja en el discurso político. Por todo lado, se ve propaganda del gobierno con mensajes sencillos: “sin nacionalización, no hay desarrollo”; “el mar es un derecho irrenunciable,” etc. Todo esto fomenta una cultura de culpar al tercero (el gringo, el Chileno) por todo el malestar, y así convenientemente, el gobierno no tiene que rendir cuentas al pueblo por su propio rendimiento. Bolivia no necesita padrinazgo de Chile, necesita cerrar la brecha entre el discurso político y la praxis cotidiana.

(*) Candidato a doctor en Planificación del Desarrollo por University College London. Columna originalmente publicada en www.sentidoscomunes.cl

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