Desde Hemingway a Dos Pasos, pasando por Beckett, Joyce y todos los franceses a partir de Charles Baudelaire ?su más profundo admirador- han mantenido a lo largo de sus declaraciones una devoción casi religiosa por ese precursor de la literatura profesional.
Desde Hemingway a Dos Pasos, pasando por Beckett, Joyce y todos los franceses a partir de Charles Baudelaire –su más profundo admirador- han mantenido a lo largo de sus declaraciones una devoción casi religiosa por ese precursor de la literatura profesional que inició dos géneros literarios (el policial detectivesco y la ciencia ficción) y una forma (el relato corto destino a publicaciones periódicas), en apenas dos décadas de vida adulta.
Se dice que muchos de estos grandes escritores de todos los tiempos fueron soberbios y veleidosos. Hijos, esposas, esposos e historiadores así lo testimonian en sus biografías. Si pudiera resucitarse a diez de las mejores plumas de principios del siglo XX, no se pondrían de acuerdo acerca de qué escuela literaria fue la más perdurable, ni quién de ellos representó mejor su tiempo. Tampoco elogiarían a sus colegas, de seguro por cuestiones de ego… Sin embargo, casi todos reconocerían que uno de sus maestros fue Edgar Allan Poe.
Nacido en Boston el 19 de enero de 1809 y fallecido el 7 de octubre de1849, aPoe le alcanzaron 40 años y 8 meses de vida para convertirse en uno de los maestros universales del cuento y retorcer el género gótico hasta convertirlo en el policial, con la invención del detective Auguste Dupin, aunque sea más recordado por sus cuentos de terror como “El pozo y el péndulo” y “El tonel de amontillado”. Fue aquel género el que le permitió publicar con cierta regularidad en los periódicos y vivir de sus relatos, hecho que lo erigió como el primer escritor profesional.
Su libro inaugural fue “Tamerlane and other poems” (1827), pero por motivos económicos se dedicó luego a escribir relatos y crítica literaria para periódicos de Boston. Su carrera y sus deudas lo llevaron a cambiar de ciudades varias veces: Filadelfia y Nueva York vieron correr su pluma. Y eligió Baltimore para casarse con su prima Virginia Clemm, que tenía 13 años. En 1845, publicó el poema que lo haría célebre: “El cuervo”, un preanuncio de la muerte de su esposa dos años después.
Él la sobrevivió sólo dos años, hasta 1849. Nunca se supo si fue envenenado o murió por una sobredosis de drogas con alcohol que le produjo una congestión cerebral. Se sabe, en cambio, que su obra marcó profundamente la literatura norteamericana y mundial, tanto que hasta escritores disímiles lo idolatraron: Dostoyevski, Kafka, Lovecraf, Maupassant, Thomas Mann, Borges y Julio Cortázar, su gran traductor en español, no pudieron más que rendirse a su maestría. Por más soberbios que haya sido.