A-3, agua; B-5, hundido

Fecha:

Compartir

El anuncio casi simultáneo de una mayor intervención del Estado en el mercado de capitales y de una renegociación de las condiciones de un bono en dólares de la provincia de Formosa volvió a encender las alarmas en la siempre sensible epidermis de los financistas locales.

En rigor, sólo son tres las provincias que emitieron bonos en dólares según la legislación local: Formosa, Chaco y Tucumán. Las demás lo hicieron bajo leyes internacionales, por lo que no enfrentarán problemas a la hora de obtener los dólares necesarios para su cancelación.

La presidente Cristina Kirchner advirtió no hace mucho que no era correcto hablar de “cepo cambiario”, pero la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, explicó que \”es esencial garantizar los dólares necesarios para sostener este inédito proceso de crecimiento\”. En suma: que no hay cepo pero el único que puede –e incluso debe– acumular dólares es el Estado.

Desde la ortodoxia económica se afirma que la dupla Kicillof-Moreno se ha trazado un plan de intervención estatal en la economía que aislará aún más al país, si esto fuera posible, y que provocará un nuevo “cuello de botella” de la economía más temprano que tarde. Los economistas heterodoxos (Los Marcó del Pont, los Felletti, los Calcagno) creen que el mercado financiero conspira día y noche para complicarle más la vida al Gobierno, en evidente sintonía con el enrarecimiento del clima político que promueven los “medios destituyentes”.

Hay que decir que no son pocos los funcionarios nacionales que parecen trabajar a tiempo completo para favorecer los planes de la oposición. Pero más allá de los parches y de las marchas y contramarchas oficiales, está claro hacia dónde quiere ir el Gobierno en el plano económico. Le exigió a los bancos privados que deriven a la producción unos 14.000 millones de pesos este año, y buscará modificar la ley para que el mercado asegurador aplique otros 7.000 millones para el mismo fin hasta mayo de 2013. Pero como mayor sacrilegio, decidió modificar las funciones de la Comisión Nacional de Valores (CNV) en una intervención que difícilmente tenga consecuencias concretas, porque no existe cultura de inversión bursátil entre los argentinos. Se trata de un programa articulado para conseguir la autosuficiencia.

Frente a la continuidad de la crisis financiera global, el Gobierno argentino optó por cerrar la economía. Y lo hizo basado en una simple receta: más industria y menos bancos. Se trata de fortalecer el mercado interno y de priorizar la relación con Brasil. Con estas pocas decisiones, Cristina y sus asesores económicos aspiran a superar la incidencia de la debacle mundial.

Hablando de Brasil, en medio de la guerra dialéctica entre ortodoxos y heterodoxos, los primeros han comenzado a poner en duda que el principal socio de Argentina en el Mercosur haya iniciado una lenta recuperación. Si así no fuera, las posibilidades de que nuestro país lograra una recuperación en 2013 se reducirían, lo que sin duda tendría impacto en el terreno político en un año clave para el kirchnerismo. Quienes ponen dudas acerca del desempeño económico del país que preside Dilma Rousseff lo hacen utilizando el “efecto cascada”. Dicen, palabra más, palabra menos, que la economía china se está desacelerando, lo que haría más compleja la salida de la crisis de Europa y haría caer en la recesión a Alemania. Si este escenario es posible, y puede serlo, sin duda Brasil lo sentiría y Argentina, naturalmente también.

El punto es que los agoreros no vienen teniendo razón en los últimos años. Para bien de la Argentina y para mal de nadie, porque hasta aquí ha sido gratuito para los consultores que su ideología les impida analizar la realidad con un mínimo de objetividad. O que sus negocios lo hagan.

El problema con el kirchnerismo, y con su derivación más actual, el cristinismo, es que, como en otras épocas del peronismo, el discurso oficial se arropa de izquierdismo pero lleva adelante una práctica duramente conservadora. En este punto deja vacía de banderas a la oposición de derecha, que sólo atina a criticar aspectos formales que suelen ser irritativos para los sectores medios, esos que siempre han sido “estéticamente” opositores a cualquier movimiento populista. Y, desde luego, no es ningún descubrimiento que populismo y conservadurismo van de la mano. Al Gobierno no le gusta para nada que se machaque sobre esto.

Ahora bien, más allá del discurso que se adopte desde el poder, siempre las crisis han provocado reacciones conservadoras. Los gobiernos giran a la derecha en economía porque las propias sociedades reclaman eso. Y aquí aparece otra aparente contradicción del Gobierno: se planta como progresista porque apuesta a priorizar el mercado interno y la inclusión social, a apoyar a la industria nacional, a mantener el empleo existente. Es decir, la cerrazón de la economía, este nuevo “vivir con lo nuestro” que promovió hace décadas Aldo Ferrer, luce de izquierda aunque es un programa netamente conservador-populista. Claro que ubicarse en esta postura permite desmarcarse con holgura de las que llevan adelante los países centrales, en particular los europeos, que insisten en salvar a los bancos aunque hundan a los sectores medios y bajos de los países periféricos de la Zona Euro como Grecia, España, Portugal e Irlanda.

Ante la ausencia casi total de alternativas políticas, es en este punto donde gana consistencia el muy básico planteo del oficialismo.

En el plano político, el oficialismo sigue mostrando una iniciativa política que le sirve para remontar una y otra vez las crisis que provoca y las que le inventan. El papelón por la retención de la fragata “Libertad”, el buque-escuela de la Armada argentina retenido en Ghana, es un ejemplo consumado de la facilidad con que el Gobierno se enreda en su propia incapacidad de gestión. Cargarles “la romana” a dos altos oficiales, uno de los cuales, sin mucha cintura política, salió a aclarar que el itinerario de la fragata había sido consensuado con los ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores, es una demostración de la incapacidad y la mediocridad de los titulares de esas dos carteras, Arturo Puricelli y Héctor Timerman, respectivamente, a quienes hasta ahora ni se les ha pasado por la cabeza la alternativa de renunciar.

El canciller viajó a Nueva York para pedir la ayuda de las Naciones Unidas porque la Presidente le ordenó que tratara de reparar los daños, hubieran sido o no causados por él. La gestión, como era absolutamente previsible, no sirvió de nada. Y la fragata argentina permanecerá en Ghana mientras ese Gobierno y su Justicia no decidan lo contrario, algo sobre lo cual tomó nota Cristina cuando ordenó replegar a la mayoría de los marinos varados en el puerto de Tema.

No tiene sentido esperar que ruede alguna cabeza por este bochorno. Atravesamos un período de enfrentamientos en el que nadie puede entregar a nadie mientras dure la conflagración. Es, en realidad, una marca en el ADN del kirchnerismo, que opera mejor entre las balas que en tiempos de paz. Así es como llevamos casi una década de beligerancia.

* Director de gacetamercantil.com

Compartir

Últimas noticias

Suscribite a Gaceta

Relacionadas
Ver Más

Volver al Futuro 2024

*Por Augusto Neve El paso del tiempo nos aqueja. No lo...

No es ignorancia, es odio a España y a su legado: la Hispanidad

Las recientes declaraciones del flamante Ministro de Cultura, el...

El verso y la búsqueda de la felicidad

Vivimos perseguidos por las órdenes e indicaciones que en redes sociales nos muestran cómo debería ser nuestra vida, cuando la realidad parece encerrarnos en otro modelo.

Espiritualidad y vacío

¿Para qué vivir? ¿Por qué elegimos viviendo? ¿Para nada? El rol de la espiritualidad. Y También el de la ciencia y la tecnología.