Teherán busca despegarse del escándalo y asegura que no tiene relación con la aeronave. Y acusa a la oposición de “fogonear” el hecho.
El escándalo por el avión de Emtrasur empezó a gestarse el 7 de junio. Una investigación interna en Ezeiza detectó irregularidades en la documentación de la empresa, se empezaron a acumular las voces que alertaban sobre la presencia de la aeronave y las alarmas empezaron a encenderse en el seno del Gobierno.
Además de Paraguay, México y Uruguay, la atención por el avión traspasó fronteras y llegó como una flecha a Venezuela e Irán. Allí empezaron a circular cada vez con mayor frecuencia los llamados y mensajes encriptados para saber la situación de la aeronave. Teherán ya estaba sobre el tema.
El involucramiento terminó de ser total cuando al día siguiente, el 8 de junio, las autoridades de Migraciones en la Argentina solicitaron el descenso del avión a los 19 tripulantes del Boeing 747-300M matrícula YV3531, operado por Emtrasur, filial de carga de la línea aérea venezolana Conviasa. Entre ellos había 14 venezolanos y 5 iraníes.