Desde hace casi 50 años el marino Roberto Bravo viene esquivando a la Justicia argentina gracias a que cuenta con la ciudadanía estadounidense.
Si había un verdugo en la base aeronaval Almirante Zar ése era Roberto Guillermo Bravo, un teniente de tan solo 30 años que gozaba maltratando a los presos políticos que habían protagonizado una fuga desde la cárcel de Rawson pero que, a diferencia de sus compañeros, habían llegado demasiado tarde para subirse a un avión y escapar hacia Chile.
En la madrugada del 22 de agosto de 1972, Bravo fue uno de los marinos que entró con sus armas al lugar donde estaban los 19 detenidos y detenidas y abrió fuego.
Durante casi 50 años logró escabullirse de la Justicia. A diferencia de otros militares, no fue juzgado por la “Masacre de Trelew” porque tuvo la suerte de que la Armada Argentina lo destinara a la embajada en Estados Unidos.
Este lunes deberá sentarse ante un jurado en una corte federal en Florida porque parientes de cuatro de sus víctimas le entablaron una demanda civil que podría abrir la puerta a que, de una vez por todas, el marino retirado –devenido en hombre de negocios– empiece a pagar por sus crímenes.