El Papa argentino de 85 años muestra una salud frágil que detonó especulaciones de todo tipo.
El dolor se hizo evidente hace cinco meses, cuando el papa Francisco comenzó a evitar ponerse de pie. “Un ligamento inflamado en la rodilla”, dijo, señalando que la condición es común entre los ancianos. Lo describió como un problema que pronto pasaría. Pero a fines de abril advirtió que su rodilla derecha “todavía no se curaba”. Y poco después, estaba usando una silla de ruedas.
“Me gustaría disculparme”, dijo, diciéndoles a los peregrinos una mañana que no podía saludarlos de pie como de costumbre.
Francisco todavía espera que el reposo pueda restaurar su movilidad. Pero mientras tanto, su día a día ha cambiado junto con la imagen misma de su pontificado: a sus 85 años, la fragilidad de su salud es imposible de obviar.