Segundo Defferrari acaba de debutar como editor con un libro de relatos camperos de Alejandro Christensen sobre la estancia familiar tandilense.
Las historias de las estancias argentinas son una fuente inagotable para el conocimiento del desarrollo de muchas pequeñas poblaciones o populosas ciudades. Aquellos viejos establecimientos con gran cantidad de personal, permiten además hacer una variada relación sobre los individuos que trabajaban en ellos con sus habilidades, costumbres, virtudes y defectos, que sirven hasta como un elemento para la historia social.
Lamentablemente no abundan demasiado en la bibliografía rural, por lo que es bienvenido el libro de Alejandro Christensen “De la danesa vieja”, que al decir de Segundo Defferrari, su editor, en el prefacio, “es su lugar en el mundo”. En ese establecimiento el autor, como tantos otros que tenían esa posibilidad, buscó refugio durante la pandemia que nos tuvo en aislamiento social, preventivo y obligatorio durante el año 2020 a raíz del brote de coronavirus.
Allí el propietario comenzó a escribir sus relatos como una forma de entretenimiento. La tecnología lo ayudó a estar en contacto con la familia y amigos y así comenzó a compartir esas “historias y anécdotas de su vida”. Resultaron tan interesantes que sus lectores y amigos le empezaron a pedir más. Muchos artistas se ofrecieron para ilustrar los relatos y ese grupo amante de la historia y las tradiciones se transformó en un fogón en el que todos opinaban y, como dice Defferrari, hablaban “sobre el pasado y las costumbres del campo, sobre caballos y borrachos, sobre muertos, recuerdos y pasiones”.
Rescata el autor muchos nombres que hacen a la historia de nuestro campo y del país, como es el caso al referirse a su primera profesora de guitarra, Encarnación Gordillo de Janín, “eximia guitarrista, concertista y cantora criolla”, recuerda, y trae a colación el de su padre, don Elías Gordillo, “autor de un libro muy particular sobre pelos criollos, una descripción de pelajes y de trabajos camperos en verso, muy interesantes”. Ella además era bisnieta de don Timoteo Gordillo, el empresario riojano de las mensajerías cuyas diligencias recorrieron los caminos uniendo Rosario, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero, Tucumán y Salta a mediados del siglo XIX.
Don Francisco Gómez y su música, Evaristo Althabe, Ismael el domado, nombres que jalonan la vida de Alejandro y se van como desgranando en esas páginas. Le sugerí al editor que solo le falta al libro un apéndice en orden alfabético con una biografía de casa personaje, porque es realmente un compendio social y sería útil para los historiadores y por qué no, para salvar del recuerdo a estos silenciosos hacedores que permanecen olvidados.
Con buen criterio, algunos comentarios que aparecían en los distintos relatos en las redes de Maggie Marín, Pedro M. Saubidet, Miguel Gasparini, Olegario V. Andrade, Jorge Antonio Marí y Facundo Solari Lanusse enriquecen el texto.
Julián Althabe, Gaspar Martín Campos, Jorge V. Casares, Aldo Chiappe, Dolores Christensen, Hugo Díaz, Justo Errecaborde, Luis Gasparini, Miguel Ángel Gasparini, Nazareno González, Francisco Madero Marenco, Alfred Méndez, Carlos Montefusco, Luis Núñez, Rodolfo Ramos, Augusto Góme Romero y Gustavo Solari fueron los artistas que enriquecieron el libro con sus dibujos, además de las excelentes fotografías de Dolores, que no hacen más que enaltecer la pulcra edición de Defferrari, que debuta con éxito en estas lides.
No hay duda, después de recorrer estos treinta y ocho relatos que componen el volumen, que como señaló Jorge Villalba en el prólogo, “nos llevan de la sonrisa a la emoción en un solo tranco”.
Christensen ha ofrecido la historia familiar en Tandil, aporte como dijimos al comienzo de sucesos y hombres que se viene a sumar -o mejor dicho a regalar- un valioso aporte a la bibliografía sobre esa ciudad que está cercana a celebrar su celebrar su bicentenario.