El editor de Economía, Larry Elliot, destaca que las sanciones han tenido el efecto perverso de hacer subir el precio de las exportaciones de petróleo y gas de Rusia.
Hace ya tres meses que Occidente lanzó su guerra económica contra Rusia y no va según lo previsto. Al contrario, las cosas van muy mal para los países occidentales, afirma una nota publicada este jueves por el diario británico “The Guardian”.
El editor económico del periódico Larry Elliott destaca que las sanciones han tenido el efecto perverso de hacer subir el precio de las exportaciones de petróleo y gas de Rusia, impulsando masivamente su balanza comercial.
Como prueba, el autor cita los siguientes datos: en los primeros cuatro meses de 2022, Rusia logró un superávit de cuenta corriente de 96.000 millones de dólares, más del triple que en el mismo período de 2021.
Cuando la Unión Europea (UE) anunció su prohibición parcial de las exportaciones de crudo ruso, a principios de esta semana, el costo en los mercados mundiales aumentó, lo que no hizo más que proporcionar a Rusia otra fuente de ingresos.
A Moscú no le resulta difícil encontrar mercados alternativos para su energía ya que las exportaciones de petróleo y gas a China aumentaron en abril más de un 50% respecto al año anterior.
Además, gracias a los controles de capitales y a un saludable superávit comercial, el rublo ha adquirido más fuerza apreciándose más de 15% en lo que va del año.
Cuando los líderes mundiales se reunieron en Davos la semana pasada, el mensaje público fue criticar a Rusia y un compromiso renovado de apoyar firmemente a Ucrania, “pero, en privado, hubo preocupación por los costes económicos de una guerra prolongada”, señaló Elliott.
Las economías occidentales se enfrentan a una fase de crecimiento lento o negativo y a una inflación creciente, un retorno a la estanflación de la década de 1970.
Los bancos centrales, incluido el Banco de Inglaterra, creen que tienen que responder a una inflación de casi dos dígitos subiendo las tasas de interés. “El desempleo va a aumentar. Otros países europeos se enfrentan a los mismos problemas o más, ya que la mayoría de ellos dependen del gas ruso más que el Reino Unido”, explicó el autor del artículo.
En todas las organizaciones multilaterales como el FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y las Naciones Unidas, crece el temor a una catástrofe humanitaria.
“La posición es simple, las naciones en desarrollo que no sean exportadoras de energía, se enfrentarán a un triple golpe en el que las crisis de combustible y alimentos desencadenarán crisis financieras. Enfrentados a la opción de alimentar a sus poblaciones o pagar a sus acreedores internacionales, los gobiernos optarán por lo primero”, advierte el editor de The Guardian.
Sri Lanka fue el primer país que dejó de pagar sus deudas pero es poco probable que sea el último. “El mundo parece estar más cerca que nunca de una crisis de deuda en toda regla desde la década de 1990”, añade el artículo.
“Si se necesitara una prueba de que las sanciones no funcionan, la decisión del presidente (de EEUU) Joe Biden de suministrar a Ucrania sistemas avanzados de cohetes la proporciona. La esperanza es que la moderna tecnología militar estadounidense logre lo que las prohibiciones energéticas y la confiscación de activos rusos no han conseguido hasta ahora: obligar a (Vladímir) Putin a retirar sus tropas”, escribe Elliott.
Según el autor, Rusia no va a rendirse incondicionalmente y los posibles daños colaterales de la guerra económica son evidentes en la caída del nivel de vida en los países desarrollados, hambrunas, disturbios por alimentos y una crisis de la deuda en el mundo en desarrollo.