La caída de Estanislao Zeballos

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Tres veces canciller, diputado en varias oportunidades y dos veces presidente de la Sociedad Rural, el protagonista de esta anécdota merece un libro.

Los “bloopers” que suelen verse por televisión y que resultan muchas veces divertidos, sin duda quedaron registrados por obra de la casualidad. Estanislao S. Zeballos fue magníficamente retratado con la pluma y con el lápiz por Ramón Columba en “El Congreso que yo he visto” en estos términos: “Su aspecto físico es optimista por donde se lo busque. Sonriente, de rosadas mejillas, cabello todavía oscuro que contrasta con sus bigotes canosos, de guías orientadas en el sentido de la buena fortuna -hacia arriba-. El ojal siempre florido de su levita gris, atrae la atención y pone de buen humor a los espectadores. Toma la palabra, y las sonrisas se truecan en silencio, y, luego, el silencio en asombro”.

Qué no fue Zeballos: tres veces ministro de Relaciones Exteriores (septiembre de 1889-abril de 1890); octubre de 1891 a octubre de 1892; noviembre de 1906 a junio de 1908); diputado provincial y luego nacional en varias oportunidades, dos veces presidente de la Sociedad Rural Argentina; cuando se alejó en algún momento de la vida pública ejerció su profesión de abogado y fue profesor en la Universidad de Buenos Aires y decano de la Facultad de Derecho. 

Fue uno de los fundadores de la “Sociedad de Estímulo Científico” en 1872, hoy Sociedad Científica Argentina, de la que fue un destacado miembro; fue también numerario de la Junta de Historia y Numismática Americana, la actual Academia Nacional de la Historia. Entre sus obras están “La conquista de las quince mil leguas”, “Episodios en los territorios del sur”, “Viaje al país de los araucanos” y “Callvucurá y la dinastía de los piedra”, en las que pone de manifiesto su conocimiento de la Patagonia; además fundó el Boletín Geográfico Argentino. Por si todo esto no fuera bastante colaboró con su amigo José C. Paz en “La Prensa” y lo acompañó en la cruzada contra el fraude electoral. Zeballos había nacido en Rosario el 27 de julio de 1854 y falleció en Liverpool el 4 de octubre de 1923.

Parece ser, por lo que leímos en “Caras y Caretas”, que era hombre aficionado a la equitación y era común verlo en los bosques de Palermo darse una vuelta varias veces en la semana. En el número del 3 de mayo de 1902 se informa: “Es proverbial en Buenos Aires la pulcritud y el atildamiento en el vestir del doctor Estanislao S. Zeballos, actual presidente del Círculo de la Prensa, y callamos todos sus demás títulos como el de ex-diputado nacional, fogoso orador, ex-ministro de relaciones exteriores de verdaderas y sonoras campanillas, ganadero, agricultor y abogado famoso de compañías inglesas, porque no queremos ocuparnos de él sino como miembro querido de nuestra familia periodística. Cuando era simple noticiero, ya se singularizaba por su dandysmo y en aquellos tiempos en que los del oficio poco consumo hacían en las sastrerías, vistiendo cada cual á su capricho, él seguía religiosamente las modas. Contrastaba su figura elegante en las reuniones del gremio, con la de Eduardo Gutiérrez, vestido con pantalón á cuadritos, de campana, chaleco y casaca de terciopelo con botonadura de monedas y boina; con la de Wilde, de levita chocolate, pantalón crema muy ajustado, corbata de moño á lo Luiggi Vampa y galera Tory; con la de Navarro Viola, de pantalón y levita de paño y sombrero gacho; la de Alsina, la de Avellaneda, la de Mariano Varela, la de Guido Spano, a cuál de ellas más llamativa y más caprichosa”.

La crónica sigue: “La otra mañana, de levita, con gran ramo rojo en el ojal, de galera blanca y pantalón claro de montar, iba al trote de un brioso pura sangre por los alrededores de Palermo y despertó la curiosidad, por su corrección, de un aficionado a la fotografía —el señor Dam—que merodeaba por allí con su aparato. Una instantánea se imponía y ella fué obtenida, rápida y linda. De repente llega el caballero cerca del agua desbordada del río, y el caballo, despreciando la rienda y el látigo, penetra en ella hasta mojar la cincha, obligando al jinete á encaramarse sobre la silla… Se impuso otra instantánea naturalmente. Y tras esta se impusieron todas las que publicamos”.

Zeballos terminó metido en el agua, tironeando su caballo recalcitrante y exponiéndose “a la miseria de barro”, mientras el equino era “refractario a las indicaciones del freno y a los tirones de la rienda”. La salida del agua fue “en estado deplorable y luego el cuadro final, que es verdadero contraste con el de la entrada”, prosigue el cronista. “Se justifica, pues, el título de página humorística que debe llevar la presente, de la que —no dudamos que contra su voluntad— ha sido inspirador y modelo el doctor Estanislao S. Zeballos, presidente del Círculo de la Prensa”.

La noticia se titulaba: “Un paseo desgraciado. Percance hípico–acuático del Dr. Zeballos”. No dudamos que algunos de sus adversarios en la política, a los que dejaba callados con su oratoria, debieron divertirse mucho con este artículo, que también demuestra el buen humor en todos los tiempos.

* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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