El sainete nacional: desmemoria y Fondo

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Pasó el “Día de la Memoria” con un acto multitudinario en Plaza de Mayo con movilizaciones de partidos de izquierda, algún sector sindical, organizaciones sociales y un despliegue mayúsculo de La Cámpora, que le envió un mensaje especial al presidente Alberto Fernández: la calle es nuestra. El presidente lo conmemoró en un cenáculo científico como el CONICET, rodeado de unos pocos.

Como paréntesis, una vez más, la “memoria” quedó reducida a un sector de los “años de plomo”, con el ocultamiento sistemático de todas las víctimas al día de hoy de los asesinatos, atentados y secuestros cometidos por las organizaciones político-militares de la guerrilla setentista, y también por la parapolicial ultraderechista Triple A antes, inclusive, del golpe militar del 24 de marzo, que valga recordar fue festejado públicamente  por las “orgas” guerrilleras ya que consideraban que a partir del quiebre institucional “el pueblo” se encolumnaría detrás de ellos, la vanguardia revolucionaria, contra la Junta Militar; una vez más se equivocarían.

Sólo la legisladora porteña Rebeca Fleitas, del bloque libertario que responde a Javier Milei, en una valiente exposición puso blanco sobre negro la verdad completa de la historia objetiva y no el humanitarismo tuerto que exponen desde la vuelta de la democracia los apropiadores del relato sobre esa tragedia nacional. La oposición, salvo alguna excepción suavemente expresada, no se diferenció mucho del oficialismo y la izquierda. Tanto es así que en la Legislatura porteña se aprobó en sesión especial un proyecto para conmemorar la fecha y ratificar la cifra de los 30.000 desaparecidos por la represión militar con el voto del kirchnerismo, Juntos por el Cambio y la izquierda. Sólo votaron en contra los cinco legisladores libertarios de Milei y los dos del sector de Ricardo López Murphy, que plantearon también homenajear a las víctimas del terrorismo. Con lo sacralizado como verdad se consagra como mentira lo que estableció la CONADEP, lo que han sostenido Graciela Fernández Meijide, el exmontonero Luis Labraña y tantos otros. El relato continua matando la verdad histórica.

En lo político, los actos sirvieron para que desde el kirchnerismo le recordaran a Alberto F. quién lo instaló en la Presidencia, el poco peso político que tiene dentro del Frente de Todos (FdT) y a quién debería obedecer y acatar. Las declaraciones del dirigente neocamporista Andrés “Cuervo” Larroque no pudieron ser más que explícitas, aunque aclaró que no dejarán los espacios dentro del gobierno que ellos “gestaron”: léanse la enorme cantidad de cajas políticas y recursos que controlan con ingentes fondos públicos que manejan a discreción.

El tan anhelado acuerdo con el FMI por parte del primer mandatario y su alicaído ministro de Economía, Martín Guzmán, quedó sellado para algarabía de la Casa Rosada, el rechazo del kirchnerismo de “paladar negro”, la izquierda, los liberales y López Murphy, aunque por causas bien diferentes.

El ajuste, con la suba de impuestos, tarifas, etc., caerá como siempre sobre la sociedad y el sector privado, grande, mediano y chico, pero no se reducirán ni el gasto público ni el político.

La oposición de Juntos por el Cambio también celebró el acuerdo jactándose de ser los “sostenedores de la institucionalidad presidencial” frente a los embates e irresponsabilidad del “cristinismo”. Ahora bien, el asiento contable que implica el acuerdo con el organismo financiero internacional, préstamo para que se le pague al propio Fondo, más el monitoreo de los ajustes requeridos -de dudoso cumplimiento-, se convierten en una bomba de tiempo para el próximo gobierno, algo que JxC parece no vislumbrar.

Decíamos hace poco tiempo atrás que la oposición parece esmerada en ser “el terapeuta emocional de un oficialismo esquizofrénico”. Es patético ver como esos sectores celebran junto a Alberto F. mientras sus propios socios y creadores le hacen detonar cargas de demolición. Confundir y pretender separar el  tándem Cristina–Alberto es un dislate ya que ambos, junto a Sergio Massa, fueron -al decir de Larroque- los “gestantes” en 2019 de este émulo de Frankenstein con el sólo objetivo de tomar el poder.

La oposición parece haber comprado como suyas las disputas de las facciones oficialistas, lo que constituye algo preocupante para el futuro inmediato del país. Muy pocas voces se han diferenciado, una de ellas la del dirigente radical de Santa Cruz y diputado Álvaro de Lamadrid, quien expresó que si el presidente no puede gobernar por la crisis de su propio gobierno, “tiene a mano la renuncia institucional y el adelanto de las elecciones, algo que no sería la primera vez que sucede en el país”. Salvo que Fernández pretenda gobernar con sus pocos seguidores y la oposición se preste a una suerte de cogobierno, lo que constituiría un desaguisado más, sumado a todos los presentes.

Mientras tanto Milei no deja de crecer en las encuestas, al igual que la izquierda (hoy tercera fuerza nacional), a costa de las internas de campanario de JxC por un lado, y el desquicio del oficialismo, por el otro, donde la interna petardea al jefe de la Casa Rosada por el acuerdo con el FMI compitiendo en argumentos con la izquierda trotskista.

Un presente de cambalache que, si no tuviera ribetes trágicos para la sociedad, sería un sainete del recordado Alberto Vacarezza.

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