Daniel Sielecki quiere adquirir ese objeto histórico, que es centro de un litigio entre privados y el gobierno de Uruguay.
Uruguay tiene una historial de naufragios pero el hundimiento del acorazado “Admiral Graf Spee” es sin duda uno de los más famosos. El buque, orgullo de la la Marina de la Alemania nazi, fue asediado en diciembre de 1939 en el océano Atlántico por buques británicos y buscó refugio en Montevideo. Ya perdido, y habiendo puesto a salvo a la tripulación, el capitán Hans Langsdorff hundió el buque y días más tarde se suicidó en Buenos Aires.
Fue la única batalla de la Segunda Guerra Mundial que se dio en América del Sur y, como no podía ser de otra manera, hasta se hizo una película: “La Batalla del Río de La Plata”.
Si bien restos del acorazado se vendieron a Alemania en una operación que también es digna de una novela de espionaje, en febrero de 2006 los hermanos Felipe y Alfredo Etchegaray –éste último un exRRPP uruguayo muy conocido también por argentinos– y el buzo Héctor Bado –que murió en 2017–, rescataron el águila que el Graf Spee tenía en su proa.
Esa pieza imponente, sumada a la historia mencionada, fue el centro de un litigio entre quienes la rescataron y el gobierno uruguayo por la propiedad. En un principio se habló de que su precio de venta podría superar los 20 millones de dólares y desde su rescate incluso estuvo exhibida, en general con la svástica cubierta.
Ahora que hay principio de acuerdo legal para su venta, un empresario argentino Daniel Sielecki –aunque nacido en Uruguay y desde 2020 radicado allí– manifestó su intención de comprarla.
“Una vez que la tenga en mi poder, de inmediato la haré volar en mil pedazos”, aseguró Sielecki al sitio Correo de Punta (del Este) “Cada trozo que resulte de la explosión será pulverizado (…) No quedará nada”, insistió.
Como sucede en estos casos, esa pieza puede convertirse en un ícono “reloaded” de un pasado que hoy se manifiesta no solamente en quienes ven en ese símbolo una bandera, de ahí la intención de Sielecki de que el águila no se convierta en un objeto de culto de simpatizantes del nazismo.
El águila del Graf Spee es de bronce, tiene 2,8 metros de largo por 2 de alto y pesa 350 kilos, y sostiene entre sus garras una esvástica.