La Ciudad post-Covid que planeamos las mujeres

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Más del 80 % de la población mundial hoy se concentra en ciudades y es allí donde las desigualdades se vuelven más dramáticas y se acumulan las crecientes situaciones de pobreza extrema e indignidad. Se estima que la población urbana mundial se duplicará para el año 2050, lo que hace de la urbanización una de las tendencias más transformadoras en el siglo 21.

Las poblaciones, las actividades económicas, las interacciones entre lo social y lo cultural y sus repercusiones ambientales y humanitarias se concentran cada vez más en las ciudades. Esto plantea enormes problemas de sostenibilidad en materia de vivienda, infraestructura, servicios básicos, seguridad alimentaria, salud, educación, empleos decentes, seguridad y ambiente.

América Latina es la región más urbanizada del mundo y Argentina el país con mayor concentración de población en ciudades del planeta: 93% vivimos en 16 ciudades, la mayoría en el AMBA, con creciente desaparición de los pueblos rurales. Contrariamente a lo que sería lógico esperar en estos vastos y ricos territorios.

Las ciudades en las que hoy vivimos han sido fundadas, diseñadas y son mayoritariamente gerenciadas por varones blancos de clases altas o medias acomodadas. En el caso de las megaciudades, si bien son un fenómeno global, se vinculan en América Latina a los modelos de desarrollo depredador de los mal llamados “recursos naturales”, que van expulsando a las personas de los bosques y montañas y del campo a la ciudad y a las dinámicas de especulación financiera global.

Muchos de los problemas de injusticia social, ambiental y de género que venimos denunciando y a cuyas soluciones aportamos sobre bases científicas pero sin demasiada escucha, hoy se agravan y cobran mayor evidencia en el contexto de la pandemia. Ahora todo el mundo registra  el problema que es vivir en semejante inhumana aglomeración!

Las ecofeministas, urbanistas y munícipes feministas venimos proponiendo otras formas de pensar, organizar y vivir las ciudades. Más allá de los cambios estructurales que deban darse para descentralizar en el reordenamiento territorial y demográfico a nivel nacional y generar desarrollos regionales no depredadatorios, promovemos ciudades con los beneficios educativos y culturales de una ciudad, pero las ventajas de un mayor vínculo con la Naturaleza que permita además acceder a alimentos sanos y una mejor calidad de vida.

Las ciudades planeadas por las feministas son ciudades inclusivas, ciudades para todes, a la medida de nuestras diversidades. Planeamos ciudades para no dejar a nadie atrás: sin personas en situación de calle, sin falta de vacantes en las escuelas, sin colas en los hospitales, sin aglomeraciones en los transportes públicos. Nosotras pensamos en las adultas mayores, en los niños, en los jóvenes, en las personas con discapacidad y en las otras mujeres. Nosotras gestionamos en equipo con creatividad, infinita capacidad de resolver problemas, participación de todos, solidaridad  y sororidad.

Nos hemos reunido en estos días, en el marco del Foro Político de Alto Nivel de Naciones Unidas, feministas de todos los continentes con experiencia en diseño y gestión de políticas publicas en ciudades y al compartir nuestras vivencias queda en evidencia porque hacemos la diferencia al propiciar ciudades cuidadoras de las personas y colectivos diversos que vivimos en ellas.

Diferentes debates nos conducen en este contexto crítico a pensar las ciudades post-covid y a elaborar nuestras prioridades para la Justicia urbana con perspectiva social, ambiental y de género. Entre las principales: Priorizar la inversión en salud y cuidados sociales, lo cual incluye educación, vivienda y acceso al agua y el saneamiento; proteger la Naturaleza en la ciudad y promover nuestra relación con ella (empezando por los ríos, humedales y espacios verdes); soberanía alimentaria (huertas agroecológicas, promoción de cambios en los hábitos de alimentación y control de la calidad de los alimentos); transición energética (en el transporte, edificios públicos y privados); construir ciudades saludables (donde tengamos sol y aire puro, los materiales de construcción se rehúsen, las casas tengan eficiencia energética, se refaccionen sin demolerlo todo, donde lo nuevo respete y valore lo preexistente); no más subsidios a industrias y actividades contaminantes.

Nuestra Ciudad de Buenos Aires, fundada en 1580, en estos 440 años ha sido siempre gobernada por varones. Esperamos que en 2023 la mayoría de los que vivimos en esta ciudad demos una oportunidad al cambio. Sin embargo, no cualquier mujer que gobierne implica que abrace este ideario. Ya sabemos de ejemplos en la política, en las empresas y en los medios de mujeres funcionales a la reproducción de la lógica patriarcal del sistema. Queremos un cambio feminista en las ciudades y esperamos que todes sean parte de esa construcción que ya está en marcha.

* Abogada ecofeminista, Presidenta de la Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos e integrante de la Red de Defensoras del Ambiente y el Buen Vivir.

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