La relación está en su punto más tirante porque los jefes comunales aseguran no tener interlocución.
Amenos de un mes de asumir la gobernación de la provincia de Buenos Aires, la tensión entre Axel Kicillof y los intendentes bonaerenses del peronismo se agravó por diferencias políticas, pero sobre todo por el manejo de fondos.
En la previa del debate por la reforma impositiva, el malestar de los jefes comunales se acrecentó por la falta de diálogo, la apatía en la relación y los intentos de recortes de partidas que los colocaron desde la asunción de Kicillof en situación de un enfrentamiento cada vez menos disimulado, aunque todavía sin decirlo en público.
“Estamos completamente al margen”, dijo con indignación a La Nación un importante intendente peronista de la provincia, quien además se quejó de que no tienen acceso al gobernador. El diálogo se procura “a través de los ministros o del mismo Alberto Fernández”.