Nicholas D. Kristof comenta la última moda “cool” en Estados Unidos: mandar a los chicos a estudiar chino.
“Trivia: si una persona que habla tres idiomas es trilingüe, y uno que habla cuatro idiomas es cuatrilingüe, ¿qué es alguien que no habla ningún idioma?”
“Respuesta: un americano”.
Así, con el nivel de autocrítica que suelen tener los americanos, comienza la columna firmada por Nicholas D. Kristof en “The New York Times”.
Kristof explica su punto. “En estos días estamos viendo cómo los estadounidenses participan en una carrera precipitada y ambiciosa para aprender chino -o, más precisamente, para llevar a sus hijos a aprender chino. Adonde quiera que voy, la gente me pregunta cuál es la mejor manera o el mejor lugar para llevar a sus hijos a aprender chino”.
Según el columnista, “en parte esto se debe a que las clases de chino han reemplazado a las clases de violín como la última competencia de los padres, y en parte porque mi esposa y yo hablamos chino y hemos torturado a nuestros tres hijos tratando de convertirlos en bilingües”.
“El chino sigue siendo mucho menos común en las escuelas o universidades que el español o el francés, pero es creciente la cantidad de gente que lo estudio y tiene el ‘factor cool’ como lengua para las escuelas públicas y privadas, que se apresuran a añadir el chino al plan de estudios”.