Además del tradicional descanso en sus paradisíacas playas, esta región ofrece un espectáculo maravilloso de ecoturismo.
La imagen que un turista se imagina antes de viajar al caribe es la de una playa de arenas blancas, mar caliente y casi sin olas, y placer en los hoteles de lujo que crecen en las paradisíacas islas cercanas a Centroamérica.
Pero también, y sobretodo para los argentinos, hay una postal que los sorprenderá si se animan a buscarla: así como ocurre en la Península de Valdés, en medio de las cristalinas aguas caribeñas se pueden hacer avistajes de ballenas. Y sin el viento y aire -a veces- demasiada fresco de la Patagonia.
República Dominicana se encuentra en temporada de avistamiento de ballenas jorobadas en la Bahía de Samaná, localizada en el noroeste del país, donde cada año, se presenta un espectáculo sorprendente.
Aproximadamente, tres mil cetáceos de 40 toneladas migran desde las aguas frías del norte para aparearse en las aguas calientes y cristalinas de Samaná.
La experiencia comienza en un barco privado y transcurre en una isla dentro de la hermosa bahía de Samaná, ideal para parejas y familias que buscan exclusividad y tranquilidad.