En esta nota el autor analiza la reedición de la obra de Roberto E. Landaburu, por parte de editorial Letemendía. Personajes de “segunda fila” pero que hicieron historia.
Roberto E. Landaburu es abogado, productor rural y coleccionista de cuanto puede encontrar en los campos del sur santafesino, lo que atesora junto a una excelente biblioteca y valioso archivo en su casa de Venado Tuerto, donde alguna vez fui su huésped y no me daban los ojos para acotar el grado de deslumbramiento ante tantas cosas que hablaban del pasado.
Después, en el almuerzo, la charla derivó en temas históricos y él es un historiador que ha publicado varios libros sobre la presencia del indio y la inmigración en esas tierras. Pero su inquietud y desvelos lo han llevado a investigar en el Museo y Archivo Histórico Cayetano Silva, de Venado Tuerto, en el Julio Marc, de Rosario, y en el de la Policía de esa ciudad, además de consultar a eruditos colegas como Norberto Mollo, Jorge Rojas Lagarde, y el R.P. Meinrado Jux, monje benedictino de los Toldos de feliz memoria.
Además, para desentrañar hasta los menores aspectos de sus investigaciones ha consultado a un guitarrista, cantor y escritor como Héctor del Valle, a una profesora de baile como Alicia Coalla o a Raúl Morales Huayquillán, un mapuche del Neuquén. Si en cada ciudad, un vecino interesado como Landaburu desentrañara la historia local, cuán valioso sería el patrimonio cultural del país y sin duda por aquello de que no se ama lo que no se conoce, cuánto amor habría en sus habitantes y vecinos sobre esas tierras pobladas de historia.
Justamente los nombrados asesoraron a Landaburu, entre otros, para el libro “Crónicas de fronteras”, que la editorial Letemendía publicó en abril de 2015 y que tanto interés despertó en los lectores que ha vuelto a reeditar hace pocos meses, lo que es una prueba acabada de la rigurosidad del autor.
Algunos capítulos son un hallazgo: la semblanza del coronel don Vicente González, conocido como “El carancho del Monte”, llamado así por estar radicado en la bonaerense Guardia del Monte, pero luego en sus andanzas por Córdoba y Santa Fe, en 1842, una etapa prácticamente desconocida en la vida de este “fiel militar de don Juan Manuel de Rosas”.
También rescata del olvido nombres como el del teniente 1º con grado de capitán Faustino Benítez, que tomó las armas en la reconquista de Buenos Aires, seguramente con los catalanes, si nos atenemos al apellido de su jefe, el capitán Salvador Grau. De ahí en más participó en decenas de campañas en la frontera, desde la provincia de Buenos Aires, con Juan Lavalle, hasta las Salinas Grandes. En 1852 se encontraba en Bahía Blanca, donde el cirujano Sixto Laspina certificaba que Benítez padecía “una gastritis crónica y continuas indigestiones, por forzar su estómago con alimentos abundantes e indigestos en el estado anormal en que se halla”. Aclaraba, no obstante: “Es además inútil por su ancianidad para todo servicio”.
Así, éste héroe como otros personajes de “segunda fila” como los llamara Félix Luna, adquieren una nueva dimensión en la obra de Landaburu.
Magníficamente ilustrado por Roberto Capdevila, “Crónicas de fronteras” se une a otra decena de libros del autor, estudioso de los gringos, vascos e irlandeses, que narra como bien lo afirma en el prólogo Carlos A. Bleynat, una época “de una gran riqueza desde el punto de vista historiográfico”.
Esta nueva edición de Letemendía pone al alcance del público esta obra significativa de Landaburu, la que hace mérito a la gran historia aunque trate pequeños y olvidados episodios.
* Historiador. Académico de número y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación