La firma Bioceres ha desarrollado una semilla tolerante a la sequía, pero el campo se opone por miedo a perder mercados internacionales.
Ningún país ha aprobado la comercialización de granos genéticamente modificados de trigo, uno de los alimentos básicos de la dieta occidental.
Argentina tiene la posibilidad de convertirse en pionera con una semilla tolerante a la sequía desarrollada por la empresa local Bioceres en colaboración con la francesa Florimond Desprez.
En campañas agrícolas con escasez de lluvias, la tecnología permite aumentar hasta un 20% el volumen cosechado, pero el Gobierno de Mauricio Macri duda en asumir el liderazgo mundial por la oposición mayoritaria del campo.
Los productores alegan que el trigo transgénico podría cerrarles mercados debido al rechazo de los consumidores, lo que ya llevó a desistir a multinacionales como Monsanto.
“Cada vez que alguien plantea algo que sale de los usos y costumbres aparece un acto reflejo inicial a no cambiar las cosas. Tendemos a pensar que lo haga primero un americano, un europeo, un asiático y cuando sea normal lo hacemos nosotros. El desafío es quebrar esa lógica y que nos animemos a liderar. Tenemos una tecnología que puede ser importante para el planeta en su conjunto”, dice a El País el titular de Bioceres, Federico Trucco.