Después de perder 5-0 con Colombia, Argentina tuvo que ir a un mano a mano con los desconocidos oceánicos, lo que significó el regreso de Maradona para vestir la “celeste y blanca”.

Aquel desvío en la pierna del defensor australiano Alex Tobin, que con mucha fortuna para una Selección al borde del infierno sirvió para clasificarse al Mundial Estados Unidos 1994, cumple este sábado 25 años, un recuerdo que viene a la memoria de los futboleros cada vez que la Argentina está en problemas camino a una nueva Copa del Mundo.

Hace un cuarto de siglo, la “albiceleste” vivía una grave crisis. Vaya novedad. Pero en aquel momento, el esplendor de Julio Grondona como presidente de la AFA, con el equipo como subcampeón del mundo y vigente bicampeón de América, el problema había surgido solo en el campo de juego: la histórica goleada 0-5 ante Colombia por las Eliminatorias en el mismísimo Monumental.

El tremendo mazazo que le propinara al equipo dirigido por Alfio “Coco” Basile el ballet del “Pibe” Valderrama dos meses antes había dejado al combinado nacional al borde de la eliminación del Mundial.

Los 33 partidos consecutivos sin derrotas, racha que todavía hoy es récord en la Selección, habían sido tirados a la basura tras el 5-0, porque Argentina había sido humillada y tenía que jugarse un mano a mano con Australia para conseguir el último ticket disponible rumbo a EEUU’94.

Ante el reclamo popular, Basile tuvo que convocar a futbolistas que no habían sido parte de su ciclo (o casi sin participación): así aparecieron José Chamot, Roberto Sensini, Abel Balbo, entre otros. Pero la bomba fue el regreso al seleccionado de Diego Maradona, quien no había jugado más después del Mundial ’90 (sanción por doping incluida entre 1991 y 1992).

Mientras se ponía a punto para volver al fútbol argentino con la camiseta de Newell’s Old Boys, la presión popular -y la necesidad de ganar con un plantel hundido anímicamente- obligó a Basile a volver a convocar a un Diego que no estaba en su mejor versión. 

Argentina empató 1-1 con Australia el 31 de octubre en Sidney y con un triunfo el 17 de noviembre en cancha de River le alcanzaba para ir al Mundial. La “cátedra” daba por descontada la victoria. Pero no fue así.

Australia fue un hueso duro de roer para un equipo repleto de figuras pero tensionado por la situación: Oscar Ruggeri, Fernando Redondo, Diego Simeone, Abel Balbo Gabriel Batistuta y el propio Maradona no podían doblegar a los ignotos australianos, que tenían en los hermanos Tony y Aurelio Vidmar a lo más destacado.

Hasta que, por primera vez desde el 5-0 ante Colombia, la suerte le sonrió a la Selección: Batistuta, en lugar de estar en medio del área grande, en una muestra del desorden de la Selección, se fue a jugar de wing derecho y tiró un centro sin destino. Sin embargo, el balón se desvió en su marcador y la pelota tomó un extraño efecto para meterse en el arco por detrás del guardameta Robert Zabica.

El grito de gol fue más bien un desahogo que se volvió explosión recién media hora después, cuando el árbitro danés Peter Mikkelsen marcó el final del partido y con el 1-0 a su favor Argentina logró el agónico pase al Mundial.

Luego, la historia es conocida: un “dream team” que arrasó en sus dos primeros partidos mundialistas y que se cayó después de la sanción por doping positivo a Maradona.

Años después, el propio capitán de campeón del mundo en México ’86 bautizó al repechaje contra Australia como el partido del “café veloz”, ya que denunció que no hubo antidoping para que Argentina no corriera riesgo con su presencia y así llegara al Mundial.