El “Xeneize” le ganó 2-0 al Palmeiras con dos del “Pipa”, que hasta los 83 minutos estaba en el banco.
Guillermo Barros Schelotto es uno de los protagonistas de la historia: sería “el malo”; “el bueno” es Darío Benedetto. El primero mantuvo en el banco hasta el minuto 83 al goleador, que estaba “de sequía”, y el segundo pagó con dos golazos para romper el cero que condenaba a Boca a un partido de vuelta, ante Palmeiras en Río, que prometía ser un calvario.
El partido mostró a un equipo local, en La Bombonera, sin ideas, sin sorpresa para atacar, y a un rival que lo esperaba, sin demasiada ambición más que no dejarse herir.
En el 90 por ciento del partido, a pesar del aliento de un estadio repleto, o por eso mismo, los jugadores “xeneizes” se mostraron irresolutos, enmarañados por el juego del equipo carioca, que no jugaba y no dejaba jugar.
Pero como en tantas otras noches de gloria, en La Boca, apareció el jugador que cambiaría la historia: después de ocho partidos sin convertir, el “Pipa” entró y a los pocos minutos conectó de cabeza un centro perfecto de otro recién ingresado, el colombiano Villa, abriendo el marcador para delirio de los miles de hinchas boquenses que acudieron a una nueva “misa”.
Cinco minutos después, el mismo Benedetto recibió de Pérez a 25 metros del arco, pisó la pelota, se casó de encima a un rival y conectó un disparo eléctrico que se clavó junto al palo izquierdo del arquero Weberton. Inapelable.
Ambos equipos ya se habían enfrentado en la fase de grupos con un empate 1-1 en Brasil y una victoria de Palmeiras en Argentina.
Sin embargo, el propio equipo paulista le dio el pase al “Xeneize” a octavos de final al vencer al Junior de Barranquilla.
Formaciones iniciales:
Boca: Rossi; Jara, Izquierdoz, Magallán y Olaza; Nández, Barrios y Pablo Pérez; Pavón, Zárate y Ábila.
Palmeiras: Weverton; Mayke, Antonio Carlos, Dracena, Barbosa; Felipe Melo, Henrique; Dudu, Lima, Willian; Borja.
Árbitro: Roberto Tobar (Chile)
Estadio: La Bombonera