Con tan sólo 17 años, “O’Rei” sorprendía al mundo con un talento nunca antes visto en una cancha de fútbol.
Con el partido entre Rusia y Arabia de ayer comenzó a escribirse una nueva página de los Mundiales, la fiesta más grande del fútbol y que encumbra a las figuras más reconocidas para los hinchas.
Pelé es el único futbolista que se consagró tres veces campeón del mundo y por eso a nadie le queda mejor el apodo de “O’Rei”, aunque después haya aparecido Diego Maradona y le haya disputado -y para muchos quitado- la corona.
Pero los tres títulos del brasileño son inalcanzables. No hay discusión. Y todo comenzó hace justamente 60 años, cuando el 15 de junio de 1958, en el estadio de Ullevi, en Gotemburgo, Pelé jugó el primero de sus 14 partidos en Copas del Mundo.
Con apenas 17 años, un joven y desgarbado Edson Arantes do Nascimiento llegó a Suecia como suplente en el conjunto dirigido por Vicente Feola.
Brasil era una potencia en Sudamérica pero cargaba a cuestas con el fracaso del Maracanazo de 1950 y nunca había logrado levantar la todavía en disputa Copa Jules Rimet (que en 1970 quedaría en su poder al convertirse en el primer seleccionado en ganarle en tres oportunidades).
Tras una goleada ante Austria por 3-0 y un empate sin goles contra Inglaterra, el DT Feola decidió recurrir a los “benjamines” del plantel para asegurar la clasificación a los cuartos de final: Pelé y otro genio que aparecía, Garrincha.
El mito dice que los experimentados del plantel encabezaron un motín contra el entrenador para exigirle la inclusión de Pelé en la alineación titular. Sin dudas que Feola tenía a Pelé como su niño mimado, pero creía que exponerlo en esa situación era demasiado a sus 17 años. Además, había llegado al Mundial tras sufrir una lesión en su rodilla derecha.
“Es mentira. No hubo ninguna reunión”, negó años después Zito, uno de los “peso pesados” de ese vestuario. “La decisión fue de Feola, después de hablar con el médico”, explicó el ex futbolista.
Mito o no, lo que nació ese 15 de junio fue la leyenda de Pelé: el joven del Santos y Garrincha enloquecieron a la defensa de la Unión Soviética para vencer 2-0 y ganar el Grupo 4.
“No puedo creer que lo que vimos aquella tarde fuera fútbol. Jamás había visto un fútbol tan hermoso en mi vida”, fueron las palabras de Gavriel Katchalin, entrenador soviético.
Cuatro días más tarde, en los cuartos de final, Brasil venció 1-0 a Gales con gol de… Pelé. Que además, marcó tres tantos en la semifinal para ganarle a Francia 5-2 y un doblete en la final contra el local para otro 5-2, con uno de los mejores goles de la historia de las finales de Mundiales.
Así, llorando como el adolescente que era en brazos de sus compañeros, Pelé terminó la final convertido en el rey del fútbol e inició un camino que ni él imaginaba que terminaría doce años más tarde con tres títulos en sus espaldas y con Brasil, el equipo que nunca había ganado un Mundial, convertida en la selección sinónimo de Copa del Mundo.