Solución final, principio de esperanza

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Ni Javier Milei se ha atrevido a tanto. Falta coraje para decir lo que se piensa realmente.

Hay que sincerar la economía de una vez por todas,  hay que hacerlo sin anestesia y con mucha humanidad. La hipocresía es obligadamente cobarde, por eso nadie hace olas. El discurso tan remanido del ajuste sea  con lubricación o con motosierra es definitivamente inhumano. Salvo que el sacrificio lo hagan los ricos, cuestión que no pareciera entrar en los cálculos de nadie, mucho menos de los ricos. Nos toca a la clase media asalariada prestarnos nuevamente a subir al altar de las ofrendas al mercado. Con dignidad y patriotismo, rápidamente,  sin dolor.

Estamos en condiciones de solucionar el problema económico en el corto plazo permitiendo que florezca la República de una vez por todas. Lo podemos hacer sin agonías que parecen eternas, sin abuelos que consuman anticonceptivos pasados los 80 años, sin tratamientos que demandan recursos públicos que necesitamos para otros fines como por ejemplo pagarle a nuestros acreedores. Podemos ahorrar subsidios que se destinan a aquellos con capacidades diferentes y hacer más obra pública generando trabajo genuino, Podemos equilibrar nuestras finanzas desterrando para siempre el déficit fiscal que nos ahoga y podemos contener la inflación disminuyendo el consumo.

Constituirnos en el país más joven del mundo y a su vez en el más sabio. Sin gradualismos  estúpidos pero con mucha anestesia. A lo hecho, pecho.

Es hora de exigir que el Congreso vote una ley por el Derecho a la Eutanasia Legal, Segura y Gratuita.

Eliminaríamos la asimetría entre trabajadores activos y pasivos. Por ejemplo aumentar los años de actividad, jubilación para hombres y mujeres a los 70 años, eutanasia voluntaria a los 75 años u obligatoria a los 80. Ya no sería importante si aportaron los 30 años o se colaron por la ventana con una moratoria. Reduciríamos rápidamente la brecha entre activos y pasivos, evitaríamos la agonía de una vejez indigna y cara. 

Es una solución, una solución final,  definitivamente compasiva, con un ahorro importante y una notable reducción del déficit público. No hay que olvidar que al legalizar la eutanasia, se podría acceder voluntariamente a ella. Los desempleados, los despedidos y todos aquellos que no cumplan una función de utilidad tendrían como recurso esta liberación. Sin vida no hay frustración.

Tampoco es de descartar el poder de coerción propio del Estado siempre en el marco de la Ley.

Se trata en definitiva de hacer lo que hay que hacer, sin mayores dilaciones. Con amor y compasión, con esperanza.

Sumate a la campaña por el Derecho a la Eutanasia Legal, Segura y Gratuita. Por un Estado sin déficit, por la pobreza 0, con alegría.

Luego vamos por el Estado.

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