La presidente Cristina Fernández de Kirchner ya tiene el nombre del reemplazante de la ministro de Defensa, Nilda Garré, a quien designó para hacerse cargo de la nueva cartera de Seguridad, pero, aún más importante, CFK aprobó la primera medida propuesta por ella: una ejemplificadora purga en la cúpula de la Policía Federal.
Garré sugirió a la Presidente quién podría ocupar el ministerio que deja, pero hasta el miércoles probablemente no se anuncie el reemplazante. En cuanto a los cambios en la Federal, la primera mandataria criticó la participación “por la suya” de los efectivos que reprimieron la ocupación del Parque Indoamericano la semana pasada.
Esa fue la razón por la que decidió la creación del nuevo ministerio con la división de uno existente, el de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, que desde el miércoles se dedicará sólo a los últimos dos tópícos.
Es notorio que la decisión presidencial fue el comienzo del fin del control informal del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, sobre las fuerzas de seguridad, a las que -resultó evidente- al menos en los últimos días no logró disciplinar.
La trama de corrupción que impera dentro de la Federal se cruza con otras áreas que el jefe de Gabinete viene administrando: por ejemplo, el negocio del fútbol, tanto el que no se ve como el que puede verse a través de la televisión pública bajo el título de “Fútbol para todos”.
Fernández fue protagonista de dos hechos sin antecentes en los últimos días: cuando ya habían muerto tres personas en el Parque Indoamericano, fue enviado a dar explicaciones con un guión escrito, al que se ciñó en la primera rueda de prensa que brindó. El otro hecho que muestra la precariedad de su situación política actual es la conferencia de prensa que brindó hoy con el cercanado ministro de Justicia, Julio Alak. Fernández se mostró dubitativo, ofuscado, nervioso. Ni una señal hubo de sus habituales parrafadas barrocas, cancheras, plenas de ironía, que acostumbraba a desgranar en público. Muy serio, Fernández fue lanzado al escenario para hacer algo que hubiera preferido no hacer: desmarcarse completamente de su ex mentor, Eduardo Duhalde.
El jefe de Gabinete debe lamentarse a estas horas de haber adoptado una política que, traducida en criollo, sería: “Yo no me meto en tu quinta, vos no te metas en la mía”. Lo que, en la práctica, se convirtió en hacer la “vista gorda” a los desmanejos históricos dentro de la Federal a cambio de una absoluta sumisión a sus órdenes.
Pero tantos años de vicios tolerados han carcomido a la conducción de la Policía y a los mandos medios, relación que replica la que mantuvo el jefe de ministros con la cúpula de la fuerza. El avance de los narcos en la zona sur de la Ciudad es un problema de Mauricio Macri, jurisdiccionalmente hablando, pero desde el punto de vista político es imperdonable la inicial acción represiva de los federales y luego su virtual desaparición.
Lo mismo ocurre con la tardía llegada de la Gendarmería y la Prefectura, basadas en la apreciación política de Fernández de que Macri debía pagar todo el costo que se pudiera. Ahora, cuanto menos, el costo será compartido por ambas partes.
Todo esto fue castigado por la Presidente, quien optó por Garré porque valora su actuación al frente del departamento de Defensa, en el que desarrolló un extenso plan de profesionalización de las fuerzas. Lo mismo le pidió la Presidente.
* Director de Gaceta Mercantil