Los jóvenes y los leales

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La discusión previa a la reasunción de Cristina Kirchner busca marcar la cancha al nuevo/viejo gobierno. Hugo Moyano hace seis meses y Moyano ahora. Lo que va del \”efecto Néstor\” al \”efecto 54%\”. Las batallas futuras y el famoso \”techo\” de las paritarias, al que los empresarios de todo signo adhieren sin fisuras. La Presidente en el centro de la escena. ¿Por qué, pero también para qué?

El signo del nuevo mandato de Cristina Kirchner, empieza a revelarse. En el plano interno, la Presidente ha decidido abroquelarse en su núcleo duro, compuesto por los incondicionales de siempre como Carlos Zanini y en otros tan o más cercanos como Juan Manuel Abal Medina.

Algunos han querido destacar que la Presidente optó por la juventud a la hora de rearmar su equipo, pero se trata de una visión como mínimo antojadiza. Es cierto que \”La Cámpora\” acaba de hacer su aparición estelar con las designaciones en segundas y terceras líneas del Ejecutivo, y con la jura de una veintena de legisladores nacionales y provinciales. Pero también lo es que en los puestos clave, más allá de la edad, Cristina Kirchner ha elegido incondicionales. Lo es Marta Rojkés de Alperovich, presidente provisional del Senado y por esto tercera en la línea de sucesión; todos los ministros que permanecieron en el Gabinete son de una fidelidad probada y alguno, como Nilda Garré, de un carácter y una eficiencia que la Presidente valora especialmente. Amado Boudou podría integrar cómodamente el lote de los fidelísimos, pero es además una suerte de embrague político con la juventud, tal como se vio en la jura de Hernán Lorenzino, su mano derecha y sucesor en el ministerio de Economía. Allí estaban Axel Kiciloff e Ivan Heyn, que tendrán a su cargo áreas importantes del aparato estatal.

La defensa que de Mariano Recalde hizo la Presidente, cuando se denunció incluso un \”complot\” sindical en su contra en Aerolíneas Argentinas, puso de manifiesto la confianza que ha depositado la primera mandataria en estos cuadros, la \”guardia\” en la que se apoyó en los difíciles momentos posteriores a la muerte de Néstor Kirchner. En realidad, esos muchachos se probaron en aquellos momentos cuando, después del impacto social que produjo la desaparición del líder y el ritual popular de su entierro, se abrazaron a su otro líder, Máximo, hermético pero operativo, para catalizar ese fervor y esa adhesión en el compromiso de llevar a Cristina hasta la victoria.

Así fue. Esa mística, sumada a una serie de medidas de contenido social y a la construcción de un aparato comunicacional casi sin fisuras, fueron los ingredientes que permitieron que la imagen de Cristina Kirchner subiera con pocos altibajos hasta \”blindarse\” durante la última campaña. Cuando la prensa opositora auguraba que las elecciones de Capital, Córdoba y Santa Fe –tres derrotas provinciales– serían el punto de inflexión de la imbatibilidad de la Presidente, Cristina mantenía su imagen intacta en esos tres distritos \”opositores\”.

El variopinto escenario político del Gobierno es ahora más homogéneo con las designaciones, y con los pocos ascensos y descensos producidos. Con los días, las secretarías de Estado más importantes comienzan a conocerse. Héctor Icazuriaga, otro \”pingüino\” de la primera hora, sigue al frente de la Secretaría de Inteligencia (SI, es SIDE) y Daniel Cameron a cargo de la crucial cartera de Energía.

La impronta del nuevo gobierno es, entonces, la continuidad pero esto de ningún modo significa que no vaya a haber cambios. Y es natural que así sea porque alrededor todo cambia, más allá de lo que estén dispuestos a admitir en el propio Ejecutivo. En particular en el \”alrededor\” global, donde la crisis de deuda europea no da respiro.

Tal como se están \”resolviendo\” los graves problemas de la Zona Euro, los analistas convienen en advertir que esta crisis es –y será– todavía más larga y profunda que la desatada por la caída de Lehman Brothers en 2008.

En este contexto es que debe entenderse la consigna que Cristina le \”bajó\” a Lorenzino, quien en 2012 tendrá como prioridad absoluta las negociaciones con el Club de París y los \”holdouts\” que quedaron afuera del arreglo de Roberto Lavagna, en 2005. Y con las empresas que todavía reclaman ante el CIADI, el tribunal del Banco Mundial, unos 300 millones de dólares en resarcimientos por el \”default\”.

La Presidente recibió la sugerencia del propio Barack Obama durante la reunión que mantuvieron en Cannes durante la última cumbre del G20. En ese breve encuentro, el presidente de Estados Unidos le expresó a su colega argentina que no veía problemas \”serios\” en la agenda bilateral, más allá del entredicho por la retención del avión militar de EE.UU. en Ezeiza, una sobreactuación del aún canciller Héctor Timerman. Sí remarcó que la posición de rechazo de Washington al otorgamiento de préstamos a Buenos Aires por parte del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se debía a problemas \”técnico-políticos\” que no podrían \”removerse\” si el país no terminaba de cerrar esos dos problemas financieros pendientes.

En el mismo viaje de regreso la Presidente le indicó a Lorenzino que debía acelerar las gestiones que había comenzado junto con Boudou allá por el 2008, y que no llegaron a tener éxito porque siempre se llegaba al punto de que los acreedores –en el caso del Club de París– apuntaban que era condición \”sine qua non\” que primero la Argentina aceptara la revisión de su economía según los términos del Capítulo IV del acuerdo de adhesión al Fondo Monetario Internacional (FMI). La situación con los tenedores de bonos es distinta:

Contra esa pared los negociadores argentinos se chocaron una y otra vez. Pero frente a la complejidad del escenario internacional que ya se transita, CFK decidió \”ordenar\” esa relación porque no está dispuesta a \”enfriar\” la economía, tal como pide la ortodoxia, y sabe que el déficit sin duda crecerá en los próximos ejercicios, por lo cual sería deseable que el país contara con algún instrumento para financiarse en el exterior. Esta línea de pensamiento se afirma, además, en el hecho cierto de que la Argentina es el país con menor ratio deuda-PBI de la región, uno de los más bajos además de todo el mundo.

Hasta aquí el kirchnerismo ha mostrado una virtud política común a todas las variantes del peronismo: su pragmatismo. Y una actitud también similar a todos los peronismos en el poder, que se caracteriza por su desapego por las formas (Para algunos, y el propio Perón lo deslizaba, el peronismo o esa manera de entender la cosa política están en el ADN patrio).

Ahora bien, el futuro obligará a Cristina Kirchner a un esfuerzo adicional para que converjan la realidad con el discurso. El tema pendiente de la deuda reclamará ese esfuerzo. Pero no será el único.
Los primeros días del nuevo mandato de Cristina son una muestra de lo que le depara a los dos grandes enemigos del \”cristinismo\”: Hugo Moyano y el Grupo Clarín. El primero logró que un hombre propio, el subsecretario de Transporte Terrestre, Jorge González, conservara su puesto en la estructura que conduce Juan Pablo Schiavi. Pero también se enteró de que el juez federal Norberto Oyarbide tiene a punto una serie de movidas judiciales en una causa en la que investiga la utilización de troqueles truchos para cobrar reintegros del APE por remedios oncológicos.

La complicada relación entre el Gobierno y Clarín merece un párrafo aparte. La llamada Ley de Medios sigue suspendida en el artículo 161, el que establece un año de plazo para la desinversión para aquellos grupos (básicamente Clarín y Uno, de los mendocinos Vila-Manzano) que posean más de 24 licencias de medios (incluídas señales de cable) en todo el territorio nacional.

La ley en cuestión es bastante más que este controvertido artículo, pero a la hora señalada las consecuencias políticas más tangibles de la norma tendrán que ver con el proceso de venta de esos activos cuya tenencia pone al grupo en cuestión fuera de la ley. El juez que tiene en sus manos la definición de este tema decidió \”sentarse\” sobre el expediente iniciado a partir de una presentación de los abogados de Clarín, que naturalmente consideran inconstitucional y lesivo de derechos adquiridos el texto del famoso artículo. El Gobierno (el Estado) apeló la medida cautelar a la que hizo lugar el magistrado y la Corte Suprema le advirtió que ese tipo de decisiones deben tener un plazo \”razonable\”, estimado en 18 meses. Según supo \”Gaceta Mercantil\”, el juez no tiene previsto moverse de su asiento, en donde ubicó el expediente, lo que anticipa un nuevo conflicto jurídico en 2012. Hasta que no se resuelva esta cuestión, no comenzará a regir el plazo de un año para vender esos activos.

Las otras dos herramientas jurídico-políticas que blandió el Ejecutivo son la causa por el traspaso de las acciones de Papel Prensa a Clarín y La Nación en 1977, al inicio de la dictadura; y la del ADN de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, la principal accionista del Grupo que conduce Héctor Magnetto. La primera seguirá su curso en un juzgado federal de la Capital. La otra deberá esperar eventuales futuros cruzamientos con nuevas muestras porque las realizadas a Marcela y Felipe Noble Herrera dieron negativas. No obstante, ambas han servido para dejar en evidencia de manera masiva las maniobras a que echaron mano los dueños y los directivos de Clarín cuando, en plena dictadura, comenzaron a acumular el inmenso poder con el que condicionarían, más tarde, a todos los gobiernos democráticos.

Pero el punto de la desinversión resulta clave porque el Grupo Clarín ha ido mutando y hoy es tanto un conglomerado de medios como un grupo económico diversificado (La intuición le indicó a Kirchner a comienzos de 2008 que nodebía ceder al chantaje y entregarle Telecom a Magnetto, lo que disparó la guerra con el campo y con sus defensores, Clarín y La Nación). De hecho, los 1,6 millones de clientes de Fibertel, tras la fusión de CableVisión y Multicanal en 2006, le significan ya la mayor parte de sus ingresos, que superan los 7.000 millones de pesos anuales.

La ofensiva del Gobierno sobre Fibertel no fue casual. Guillermo Moreno fue instruido para denunciar, el año pasado, que CableVisión se había fagositado a su proveedora de servicios de Internet de manera ilegal: la sociedad anónima Fibertel era la dueña de la licencia para dar acceso a internet a través de banda ancha y de hecho alquila la red de CableVisión para hacerlo, por lo cual al quedar absorbida por CableVisión, una empresa con licencia para TV por cable, perdió aquella licencia específica. Esta cuestión sigue por los meandros de la Justicia, aguas en las que los abogados de Magnetto han demostrado tener capacidad para nadar eternamente.

En la cabeza de la Presidente da vueltas una idea clara: debe aplicarse en Argentina la ley antimonopolios de modo parecido a la que tiene vigencia en Estados Unidos y que obligó a la división en cuatro partes a la megatelefónica AT&T. Cristina considera que CableVisión y Fibertel deberían ser separadas en varias empresas para garantizar la libre competencia en un mercado clave para el futuro, tanto en el plano económico como político y cultural. Tal idea enfrenta algunos obstáculos que en su nuevo mandato la mandataria intentará remover. En buena medida, de que lo logre depende el futuro de su proyecto político.

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