San José de Flores, un pueblo a dos leguas de la ciudad

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Por Roberto L. Elissalde *

El recordado colega y amigo Arnaldo J. Cunietti Ferrando conocía como pocos la historia de la ciudad y muy especialmente la de ese barrio, cuya Junta de Estudios Históricos presidió con distinción. Convocado hace tres décadas por un banco que se dedicaba a través de su fundación a editar libros de calidad con la historia barrial y otros temas, fue el autor del dedicado a San José de Flores, que para esta nota le tomamos el título “un pueblo a dos leguas de la ciudad”.

Por lógicas cuestiones de espacio el autor no pudo consignar todos los comentarios de los viajeros, uno de ellos fue el científico francés Alcides D´Orbigny, que recorrió durante largos años nuestras tierras y que finalmente escribió un pormenorizado relato, tarea que le insumió más de una década y publicó hacia 1840 en París en nueve tomos.

Así vio ese barrio porteño un 1º de febrero de 1828: “Salí de Buenos Aires a las diez de la mañana y me detuve en San José de Flores, a causa del ardor del sol; iba con uno de mis amigos franceses, cuya casa estaba en el camino que debíamos seguir”.

“San José de Flores es un villorrio bastante bonito situado a dos leguas de Buenos Aires: toda las casas están construidas de ladrillos, algunas con azoteas y las otras cubiertas de paja; casi todos los habitantes son jardineros y ese villorrio proporciona gran parte de las legumbres y frutas que consume la capital. Hay muchos bosques de durazneros y álamos, que dan un aspecto completamente europeo. Muchos habitantes de la ciudad tienen allí sus casas de recreo y jardines, cuyo cultivo mejora gradualmente; y, como es un camino extremadamente frecuentado, la estadía es muy agradable, a pesar de la poca variedad de paisajes que ofrece un suelo generalmente llano. No hay otra agua que la de los pozos; pero es muy buena. El camino
es muy ancho, muy cenagoso en invierno y lleno de polvo en verano, inconveniente común a todas las regiones arcillosas de las pampas propiamente dichas”.

Lógicamente adelantado casi un siglo, supuso el francés: “Las numerosas casas que existen y que se construyen continuamente, hacen presumir que San José de Flores no tardará en unirse a Buenos Aires y a convertirse en uno de sus barrios. El sustantivo Flores, agregado a San José, predispone a los extranjeros en favor del villorrio; pero Flores no es más que el nombre de la persona que posee el terreno sobre el cual se construyó la capilla de San José, cuya fundación es muy reciente”.

San José de Flores. Pellegrini

La avenida que unía la Plaza de Mayo del pueblo de Flores fue escenario de imponentes caravanas, como aquella que trajo los restos de Dorrego desde Navarro a Buenos Aires, o las recepciones en tiempos de Rosas de los brigadieres Juan Facundo Quiroga y Estanislao López, gobernadores de La Rioja y Santa Fe. Allí iba una comitiva a buscarlos con escolta en el coche oficial y hasta allí en el mismo vehículo eran acompañados con escolta al momento de abandonar la ciudad en gesto de cortesía para con los distinguidos huéspedes.
Poco después comenzará la construcción del magnífico templo, apoyado por el gobernador Rosas, del que Carlos H. Pellegrini nos dejó la vista que ilustra esta nota.

* El autor de la nota es Historiador y Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

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