La victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, por menos de dos puntos, le sacó un enorme peso de encima al gobierno del Frente de Todos (FdT), que en masa había había viajado a San Pablo a pesar del temor por el notable avance de Jair Bolsonaro en las mediciones.
El fiel de la balanza se inclinó a favor del líder del Partido de los Trabajadores (PT), uno de sus referentes más importantes del progresismo en la región, al que adhiere el kirchnerismo. De hecho, Alberto Fernández se esperanzó con la posibilidad de recrear el eje Buenosm Aires-San Pablo-México DF, con Andrés Manuel López Obrador.
Por eso, las felicitaciones y saludos de dirigentes y mandatarios no se hicieron esperar. Y Lula retribuyó a quienes lo vivaron aunque con Argentina fue un paso más allá: envió un mensaje de fuerte contenido político de cara a las elecciones presidenciales del año próximo.
Tras el triunfo ante Jair Bolsonaro en el balotaje, el líder del PT se mostró con una gorra con el slogan “CFK 2023”, en referencia a una eventual candidatura de la vicepresidenta argentina que le entregó en mano el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro.
El gesto se produjo en medio de la feroz interna en el FdT para dirimir las candidaturas del año próximo. En rifor, primero para definir si hay o no PASO. En ese escenario, el cristinismo y algunos sectores kirchneristas comenzaron a foguear una candidatura de la presidenta del Senado, definición a la que ella le escapa poo ahora.
Su hijo, el diputado Máximo Kirchner, dijo recientemente que “no cree” que sea candidata a ningún cargo electivo, pero aliados K presentaron un proyecto de ley en Diputados para suspender las primarias, lo que habilitaría el camino para una candidatura “a dedo” en medio de un “operativo clamor”.
Y el saliente ministro de Hábitat, un admirador convicto y confeso de CFK, le contestó que no es una “discusión realista” porque “no tienen los votos” en el Congreso para imponerla.