Por Miguel Marín
El ahora exsecretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, renunció hoy a su cargo en medio de los movimientos hacia adentro del gobernante Frente de Todos (FdT) a partir de la renuncia de Martín Guzmán y la crisis cambiaria que desató.
Beliz cumplía varias funciones en las cercanías del presidente Alberto Fernández, muchas formales, otras operativas y varias en las sombras, pero dos destacaban del resto: la relación con algunos círculos de poder de Estados Unidos; y su vínculo histórico con la Iglesia católica, aún más con la llegada de Jorge Bergoglio al papado.
La tensión interna en el gobierno entre el primer mandatario y la vicepresidenta, Cristina Kirchner, que estaba larvada desde el inicio pero fue “in crescendo” durante la pandemia, mostró con claridad las estrechas relaciones previas a 2019 de uno y otro: Alberto F. ya tenía un vínculo con la embajada rusa en Buenos Aires desde al menos dos año antes; y Cristina K. otro con las autoridades chinas desde su segunda presidencia. Beliz aportaba cierta mesura al mantener vivo el relacionamiento con Washington.
Alberto, rodeado, solitario (¿y final?); y Massa al acecho
La guerra entre Rusia y Ucrania precipitó muchas cosas. También en el ámbito local, con un urgente y obligado reposicionamiento de los protagonistas. Mientras Guzmán sostenía el vínculo con los organismos financieros internacionales, Beliz colaboraba -no sin cortocircuitos- desde su lugar con los contactos sembrados durante su larga estadía en Washington.
La salida precipitada del dique de contención que significaba Guzmán, aunque previsible, desató varios nudos. En un “in crescendo” de la crisis intestina del FdT, después de otras renuncias resonantes como las de Marcela Losardo, Nicolás Trotta y Matías Kulfas, entre otros designados por el primer mandatario, la de Beliz parece la coronación de un proceso de licuación política que no tiene muchos antecedentes en la restauración democrática. De los 21 secretarios de Estado a cargo de ministerios designados el 10 de diciembre de 2019 solo quedan siete.
Si el “albertismo” llegó con una cuota de poder acotada, el proceso de desgaste al que lo sometió el “cristinismo” lo dejó, ahora, en un completo estado de indefensión. CFK y Sergio Massa tomaron el centro de la escena y ahora se están haciendo cargo de los despojos del poder presidencial.
A Silvina Batakis se le ordenó que buscara todas las herramientas financieras a la mano para hacer frente a la corrida en curso, originada exclusivamente en el desmanejo político del gobierno. Fue a Washington a pedir el urgente envío de todas las remesas pendientes de organismos como el FMI, el Banco Mundial y el BID, con distinta suerte. No pudiendo acudir a Rusia por obvias razones, se le indicó que sondeara la posibilidad de convertir en divisas el “swap” con China. Este cambio en el equilibrio interno del gobierno, sumado a la llegada de Massa al gabinete en sociedad con CFK, habrían sido las gotas que rebalsaron el vaso para Beliz.