El papa Francisco reclamó a los países árabes y especialmente a los del Golfo pérsico “el reconocimiento de la mujer en el ámbito público, en la instrucción, en el trabajo y en el ejercicio de los propios derechos sociales y políticos”, durante su segundo día de su visita al reino de Bahrein.
Apenas había pisado el duelo de esta monarquía, el jefe de la Iglesia católica había pedido el jueves que se promuevan “en toda la región, derechos y condiciones justas y cada vez mejores para los trabajadores, las mujeres y los jóvenes, garantizando al mismo tiempo respeto y atención para los que sufren mayor marginación en la sociedad, como los que han emigrado y los presos”.
Tras haber reclamado de forma implícita que Bahrein abandone la pena de muerte que mantiene desde 2017, el Papa se centró también en “la protección de los derechos fundamentales de los niños” y pidió que se garantice “que crezcan instruidos, atendidos, acompañados, no destinados a vivir con el tormento del hambre o los lamentos por la violencia”.
Francisco hizo además una convocatoria a las religiones para rechazar los fundamentalismos y aseguró que “cuando se predica el odio, la violencia y la discordia se profana el nombre de Dios”.
“El que es religioso rechaza esto, sin ningún pretexto; dice no con fuerza a la blasfemia de la guerra y al uso de la violencia”, planteó en el foro en el que también participan, entre otros, el Patriarca Ecuménico Bartolomé, el rabino David Rosen y representantes de otros credos.
“Porque no basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre. Y ni siquiera es suficiente tomar distancia de la intolerancia y del extremismo, es preciso actuar en sentido contrario”, animó Francisco.