Todo fanático del deporte en general -no solamente del básquetbol- ya seguramente esté enterado de que hace dos días LeBron James batió el récord que parecía irrompible del mítico Kareem Abdul-Jabbar y se convirtió en el máximo anotador de la historia de la NBA, la liga de baloncesto más importante e impactante, por lejos, de todo el planeta.
La idea es tratar de mensurar la hazaña que ha logrado un deportista que ya había conseguido cuatro anillos de campeón con tres equipos diferentes y múltiples marcas que van desde ser uno de dos jugadores en la historia de la NBA en conseguir un MVP de temporada, MVP de la final, campeonato de la NBA y medalla olímpica de oro en el mismo año (solo igualado por un tal Michael Jordan) hasta ser el jugador más veterano en conseguir más de 50 puntos y 10 rebotes en un partido NBA, por ejemplo, entre decenas de puntillosas estadísticas que se recaban en el deporte estadounidense.
Con un doble a 10 segundos del final del tercer cuarto del partido que finalmente el equipo de James, Los Angeles Lakers, perdiera 133-130 ante Oklahoma City Thunder, LeBron superó los 38.387 puntos que acumuló Abdul-Jabbar entre 1969 y 1989. Con los 38 que sumó el martes en el estadio Crypto.com Arena, la actual superestrella llegó a 38.390 tantos.
Pero lo que marca el status de tope de gama que tiene James en el mundo del deporte es lo que ocurrió luego de la conversión a falta de 10 segundos para finalizar el tercer cuarto. Cuando quebró el récord, el partido se detuvo, compañeros y rivales lo felicitaron y abrazaron, Abdul-Jabbar salió de entre el público y “le pasó la antorcha” a través de una pelota de regalo y “The King” dio un discurso de diez minutos. El partido que se estaba jugando quedó interrumpido y en un muy lejano y difuso segundo plano.
La situación de un récord individual que detiene un partido remitió automáticamente a una histórica oportunidad que había sucedido algo así: cuando Pelé anotó su gol número 1.000.
¿Fue ese 19 de noviembre de 1969 la única vez en la historia del deporte hasta hace 48 horas que se había detenido un partido para celebrar un récord de anotaciones? Imposible asegurarlo. Lo que no deja lugar a dudas es que el festejo de Pelé es el único que había quedado en la memoria de los fanáticos del deporte. Hasta el 7 de febrero de 2023.
Medio siglo después de que “O Rei” imprimiera una marca imbatible, “The King” del básquet logró quebrar un récord de más de tres décadas que parecía grabado para la eternidad. Y aunque los tiempos y las formas del deporte, el negocio y el show han cambiado radicalmente, el fondo fue igual en ambas ocasiones: gol, partido interrumpido, homenaje al crack y fiesta. A poco de la muerte de Pelé, suceso que le recordó al mundo lo que fue la gloriosa figura del crack brasileño, Lebron James logró anotarse en la mesa de los reyes del deporte mundial. Y no sólo por las estadísticas. Lo que generan este tipos de ídolos no puede medirse con ningún tipo de número.