Gabriel Rubinstein es un economista de extensa y prestigiosa carrera. También es un “rara avis”: en una profesión en la que satisfacer el oído de un cliente puede ser clave para conservarlo, suele disparar definiciones poco ortodoxas, algo que también ha venido haciendo de manera pública a través de Twitter, una red social que lo tiene como activo usuario.
Este viernes, desde el Palacio de Hacienda difundieron la noticia de que Rubinstein (que canta, compone y es fanático de los Beatles y de Almendra, una suerte de “mix” entre Alberto Fernández y Matías Kulfas), sería el secretario de Programación Económica, el que tradicionalmente actúa como viceministro de esa cartera, ahora ampliada y en manos de Sergio Massa.
Rubinstein es director de GRA consultores y un técnico cercano al exministro de Economía Roberto Lavagna, a quien asesoró en temas de política monetaria como representante de Hacienda en el directorio del Banco Central (BCRA).
Además, fue miembro del grupo negociador de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y participó en la renegociación de la deuda pública entre 2002 y 2005.
Rubinstein está en el exterior y regresa el martes al país, pero si al mediodía del viernes su nombre estaba instalado, a la tarde y más a la noche las mismas fuentes que lo ubicaban de nuevo en la función pública ya no estaban tan seguras. ¿Por qué?
Habrá que buscar en los tuiteos del hasta ahora “líbero” economista para hacerse una idea: no faltan en los últimos dos años las duras críticas a la vicepresidenta Cristina Kirchner e incluso al primer mandatario, Alberto Fernández.
Durante todo el viernes se viralizaron las furtes opiniones de Rubinstein contra el kirchnerismo e, incluso, alguna en particular contra el propio Massa. En Economía aseguraron que eso nunca influiría en la determinación para un cargo tan importante y que incluso tales declaraciones lo pintaban como un técnico independiente.
Es bueno recordar que tanto Fernández como Massa se han despachado fuerte contra la actual vicepresidenta, pero lo que más resquemar causa en el “cristinismo” son sus diagnósticos económicos, casi siempre en las antípodas de los del Instituto Patria.
Por ejemplo, Rubinstein suela señalar que la política de precios máximos genera desabastecimiento, destaca que hay que reducir el déficit fiscal para bajar la inflación y advierte que es “complicado” convivir con brechas cambiarias muy altas porque hace difícil que el Banco Central (BCRA) compre reservas, tal como está ocurriendo.
“Puede haber un escenario de mejora, que la inflación pase de 7% u 8% a una de 5% o 4% dentro de unos meses y llegar al escenario electoral con más tranquilidad. Eso seguramente igual significará una mediocridad importante, porque este año se espera una inflación del 90% y el año que viene del 60% o más”, apuntó el martes pasado, en una entrevista televisiva
“No sería un escenario muy atractivo electoralmente para el Frente de Todos. Ahí está la duda o la posibilidad que tendría Massa de hacer algo más contundente. Para mí hay que entender que el ABC de un ajuste en este momento, cuando ya nadie quiere ni bonos argentinos ni pesos, es tener una situación fiscal totalmente equilibrada”, señaló.
Además, indicó que “hay una percepción que se mete en el kirchnerismo de que el ajuste fiscal es recesivo y es perjudicial para la gente”. Agregó que “no hay suficiente conciencia de que la inflación es un impuesto” y que eso “se está pagando”.
Rubinstein también se había mostrado a favor de desdoblar el mercado cambiario y establecer un tipo de cambio más alto para los dólares ahorro, turismo, tarjetas y, si fuera necesario, consumos denominados suntuarios. Pero pidió, irónicamente: “Por favor, ¡no incluyan el café en este rubro!”.
Egresado de la licenciatura en Economía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Rubinstein hizo cursos de posgrado en Macroeconomía, Microeconomía y Crecimiento Económico en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES). Fue además miembro del comité de riesgo soberano DCR-Fitch Ratings, director ejecutivo de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y director del Estudio Broda. Y desde 2006 dirige la consultora que lleva su nombre. Anteayer, de hecho, en su rol de analista económico, tenía programada una disertación para un fondo común de inversión, que suspendió a último momento.