Buscando visa para un sueño

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La fotógrafa española Isabel Muñoz presenta \”La Bestia\” con trabajos que corresponden a su último ensayo, en el que retrata el viaje de los migrantes centroamericanos sobre el techo de un tren que recorre todo México con la ilusión de llegar a Estados Unidos.

Isabel Muñoz viajó a México para realizar un ensayo sobre mujeres y allí se enteró de la existencia de un tren al que llaman “La Bestia”, un transporte de mercaderías que atraviesa todo el país con un recorrido de 5.000 kilómetros que no tiene paradas fijas, lo que obliga a quienes quieren realizar el fatídico viaje a subir con el tren en marcha.

El trabajo fotográfico de Muñoz está acompañado por los textos que escribió Oscar Martinez, periodista salvadoreño y conocedor de la problemática que se vive en este viaje, que para muchos es el ingreso a un verdadero calvario y para otros, el mismo fin de sus días.

Ambos pasaron por las ciudades de Arriaga, Chiapas, Ixtepec y Oaxaca. Muñoz realizó tres viajes en diferentes momentos y subiendo en diferentes tramos, para lo cual se contactó con gente que conoce muy bien el conflicto, entre ellos con Martínez, que ya hizo ocho viajes. Así Muñoz pudo tomar los retratos que en la muestra se presentan en blanco y negro, en grandes tamaños y acompañados por un relato relevado directamente de cada fotografiado.

“La Bestia” es un tren que traslada maíz, cemento y minerales y en el sur mexicano tiene un pequeño ramal donde la mayoría intenta subir porque el acople de los vagones lleva varios minutos.

Muchos llegan ya agotados por el viaje que hicieron hasta allí desde varios países de Centroamérica y, en vez de descansar, prefieren subir, lo que es peligroso porque el viaje es largo y dormirse hace la diferencia entre continuar vivos o terminar con amputaciones en sus miembros al caer a la vías. La mayoría viaja sobre los techos y, los más afortunados, en el hueco del final de los vagones porque allí tienen un reparo del viento.

Para hacer el viaje completo muchos deben subir y bajar unas 15 veces en las formaciones en movimiento y la espera entre uno y otro tren puede durar de varios días, lo que explica que aún muy cansados suban igual.

El tren no solo es peligroso cuando está en marcha sino también cuando para o disminuye su velocidad. A los conductores los amenazan pandillas o “maras” que se trepan, violan mujeres y roban las pocas pertenencias que llevan los polizones. Los asaltantes suben, secuestran gente, la torturan y piden rescate a sus familiares, que pagan hasta mil dólares enviándolos por Western Union, nunca con la certeza de volver a ver con vida a sus seres queridos. Las víctimas son muy pobres, tanto que no han podido pagar un boleto para viajar de otra manera, así que el pago del secuestro pone más en ruina a la paupérrima economía familiar, en caso de que logren reunir el dinero o pedirlo prestado. A los secuestrados se los mantiene cautivos y si el pago no llega, se los arroja a las vías. Así de cruel, como suena.

Tanto sufrimiento sensibiliza a muchos y se han creado grupos tratando de ayudar, como el sacerdote que tiene varios albergues en el recorrido. Muchos de los que ahora ayudan son centroamericanos que alguna vez intentaron el viaje y se quedaron en esos pueblos como inmigrantes invisibles. Ofrecen comida y también asistencia a quienes sufrieron mutilaciones. Como dice uno de los que cayó del tren: “¿Cómo le explico a mi familia que fui a buscar trabajo y perdí las piernas?”. Y entonces no vuelven, no quieren ser un lastre para ellos.

Según estadísticas el 80 por ciento de los inmigrantes serán asaltados o robados; y casi un 70% de las mujeres inmigrantes son violadas.

Los narcotraficantes, especialmente del cartel de “Los Zetas”, encontraron en “La Bestia” un negocio tremendamente lucrativo. Entre abril y mayo de 2010 la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México registró 214 secuestros masivos que involucran a 11.333 personas. Y esos son sólo los secuestros denunciados, porque muchos prefieren no hablar por temor a ser deportados o, por ser indocumentados, terminar en la cárcel.

“El Tren de la Muerte” ha sido representado en la literatura, en artículos de prensa y en muchas películas, incluyendo documentales. Un ejemplo es “Which Way Home”, que específicamente sigue las historias de los niños que han abandonado sus hogares para llegar a Estados Unidos. Los niños tienen de 9 a 15 años de edad y viajan solos, escapando de situaciones extremas en sus hogares.

El estrés que genera el trasladarse atravesando tantas adversidades provoca en los inmigrantes lo que lo psicólogos denominan “el síndrome de Ulises”, por el personaje mitológico, que enfrentó peligros lejos de su familia. No es el duelo migratorio clásico sino una variante extrema de este duelo la que afecta a los inmigrantes en situación de peligro del siglo XXI. Es importante remarcar que el síndrome no es una enfermedad mental sino un cuadro intenso de estrés.

Se calcula que por año viajan entre 400.000 y 500.000 personas en esta formación ferroviaria infernal, la mayor parte de El Salvador pero también de Guatemala, Honduras y Nicaragua. Muchos de ellos no llegarán a su destino. Se los tragará “La Bestia”.

La muestra de Isabel Muñoz estará abierta hasta el domingo 5 de abril en el Centro Cultural Recoleta, Junín 1930, Sala C.

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