Nobel de Literatura: La mujer que vino del frío

Fecha:

Compartir

Svetlana Alexievich es bielorrusa y la Academia de Ciencias sueca le otorgó este año el galardón en su carácter de escritora y periodista \”amante de la realidad\”, como ella se define. Perseguida por el régimen soviético, advierte que en su país no querían el capitalismo sino un socialismo con rostro humano. \”Éramos muy ingenuos\”, lamenta.

Svetlana Alexievich, la flamante Premio Nobel de Literatura y primera mujer periodista que recibe el galardón, nació el 31 de mayo de 1948 en un país que ya no existe, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, de la que Bielorrusia formó parte entre 1919 y 1991. Su padre era bielorruso y su madre, ucraniana, y la ciudad donde nació fue a lo largo del siglo XX, y sucesivamente, austrohúngara, ucraniana, ucraniana occidental, polaca, soviética y bielorrusa. Su nombre original era Stanislavov pero ahora se llama Ivano-Frankivsk.

Quizás baste con esto para tener una conciencia agudizada de la historia: Alexievich, que estudió periodismo en Minsk, desarrolló esa conciencia a más tardar en 1983, cuando la publicación de los artículos que conformarían su libro “La guerra no tiene rostro de mujer” (1985) derivó en una acusación pública de haber mancillado “el honor de la Gran Guerra Patriótica” y el despido fulminante del periódico en el que trabajaba: su único “crimen” había sido contar la historia de aquellas mujeres que, por una razón u otra, lucharon junto a los hombres contra la invasión alemana durante la II Guerra Mundial.

“Mi pasión es lo real”, se definió sin vueltas Svetlana el pasado 8 de octubre en su minidepartamento de Paris, rodeada de la plana mayor del diario “Le Monde”, mientras se da maña para atender un teléfono que no para de sonar y con la otra sonarse la nariz, maltratada por un inoportuno resfrío.

Pero la Academia sueca del Premio Nobel no solamente acaba de premiar a una escritora que concibe su misión como un combate por la verdad, contra el silencio y el ocultamiento de las cosas, sino también a la primera mujer periodista, un oficio que no siempre se tiene en cuenta a la hora de premiar.

De libro en libro Alexievich explora las grandes catástrofes del siglo soviético, la Segunda Guerra Mundial, la guerra en Afganistán, Chernobil, el hundimiento de la URSS y los traumas de aquellos que fueron testigos o actores. Su obra, que bordea el documental, denuncia los conflictos, el sacrificio del individuo por el Estado, la violencia, la mentira sobre las cuales fue tejida la historia del antiguo imperio. Públicamente no ha tenido empacho en denunciar esos mismos males cuando los ve reproducirse en los dos países a los que que se encuentra ligada: la Bielorrusia de Alexandre Loukachenko (el presidente que nuevamente acaba de ser reelecto, esta vez con el 84 por ciento de los votos) y la Rusia de Vladimir Putin.

En una conferencia de prensa organizada en Minsk en el minúsculo local de un diario amigo, Alexievich (casualidades: alguien quiso que se llamara Svetlana, como la hija de Josef Stalin), la escritora recordó: “Mis libros no hablan solamente el pasado, hablan de nuestras fundaciones. El totalitarismo ha transformado a nuestro pueblo. Todos somos víctimas y verdugos, traumatizados por esta experiencia soviética”.

Los nacidos en la amplia patria rusa, explica, “son víctimas de un contrasentido: más de 20 millones de muertos, la destrucción de ciudades como Leningrado o Stalingrado y la ruina de la parte occidental de Rusia. Uno puede decir que este país ha padecido una catástrofe. La de Afganistán, ante todo, moral y política”.

En los últimos 35 años, Alexievich ha escuchado miles de testimonios del espacio postsoviético con el afán de dotar de voces y de rostro a la utopía comunista, según describe la escritora Marta Rebón, y su traumático desmonoramiento. Acumula a sus espaldas extensos viajes, y mieles de horas de grabación y de cuadernos garabateados.

Pilar Bonet, la gran periodista del diario “El Pais” que lleva en Rusia trabajando para su periódico desde los años ochenta, es una de las pocas que tiene el privilegio de ser recibida por Svletana. Ella y el embajador alemán.

A la Nobel le peocupa Rusia. “Ya veo lo que sucede con el pueblo ruso. Se puede esperar cualquier cosa. Hace cinco o seis años, cuando hablaba del nacionalismo ruso nadie me creía”, dice. Y puntualiza: “Tenemos varias Rusias”. Según Alexievich, el tercer mandato de Putin “nos ha sacado del romanticismo de los noventa”, afirma. “Han cambiado el país, han engañado al pueblo y les es fácil orientarlo como quieren”, sentencia. “Me refiero al militarismo antioccidental”, agrega, para que quede claro.

“Cuando iba a Rusia a buscar material para mi último libro vi que el pueblo estaba engañado, que era agresivo, que eso acabaría mal, pero nadie esperaba que viéramos cómo la época soviética vuelve y se apodera de ese país, que intentaba comenzar una nueva vida”.

Según rememora, “antes la finalidad era conservar el imperio, pero no sé cuál es la lógica y los motivos de lo que sucede ahora”, dice, refiriéndose a la agresiva política exterior rusa. La inquietud de Alexievich se debe a “lo rápido que se ha podido darle marcha atrás a esta máquina”.

En los noventa, señala, “pedíamos libertad y la gente callaba. No estaba preparada para el cambio. Llegó la violencia, la degradación moral y cuando Putin de repente apretó el botón más primitivo, el pueblo se puso a hablar y, cuando habló, a todos nos dio miedo”, asegura.

La corresponsal española le pide que le explique qué significa ser escritora bielorrusa y escritora en idioma ruso. Y ella responde: “Amo el buen mundo ruso, el mundo ruso humanista, de la literatura, el ballet, la música, aquel ante el cual todos se inclinan, pero no me gusta el mundo de Beria, de Stalin, de Putin; ese no es mi mundo”.

Alexievich añade que se siente una escritora “del mundo bielorruso (pero) de cultura rusa” y como una cosmopolita que mira al mundo como a un enorme espacio cósmico. “Después de Chernobil uno no puede sentirse solo bielorruso sino que se siente como el erizo, el conejo, el manzano, como parte de la naturaleza. Es una sensación muy fuerte”, explica, refiriéndose al accidente de 1986 en la planta nuclear ucraniana, cercana a su país.

“Vivo con el sentimiento de la derrota, de pertenecer a una generación que no supo llevar a cabo sus ideas”, continúa. “Nadie quería el capitalismo, queríamos el socialismo con rostro humano”, apunta. “En verdad éramos muy ingenuos”, concluye.

“En los años noventa además de ingenuos éramos románticos, creíamos que existía una nueva vida. Creíamos que la culpa de nuestros males estaba detrás de los muros del Kremlin y era de los comunistas y no nuestra”, razona. “¿Y qué tenemos más de dos décadas después?”, exclama, retórica, y se contesta: “Un líder medio bandido y autoritario y un entorno provinciano en Bielorrusia, y un presidente que habla como un ‘govnik’ (término que designa a un individuo con escasa educación procedente de un entorno marginal) en Rusia, y lo peor es que eso es lo que pide la sociedad”.

Advierte que en las provincias rusas han surgido grupos agresivos, ortodoxos, nacionalistas de jóvenes fascistas, dice ella, que en los noventa salió a la calle para hacer caer la estatua de Félix Dzherzhinski, el fundador de la checa o policía soviética. Y se confesa sorprendida por “los jóvenes rusos que idealizan a la Unión Soviética”

Según el escritor argentino radicado en Francia Alberto Manguel, Rusia acabará yendo en dirección a Occidente pero, según agrega Alexievich, “es difícil saber de qué forma y cuánto durará el camino, porque no ha superado la humillación y eso produce una agresividad antiliberal que viene de las provincias y que se plasma en el Presidente”.

En Bielorrusia, señala, “nadie ha adoptado leyes antigay o de defensa de la religión ortodoxa; pero creo que esto sucede porque Lukashenko de momento controla la situación. En Rusia esas leyes se han promulgado porque Putin no está en situación de controlar ese enorme país y ha apostado por la gente más analfabeta y no por la más progresista”.

Lucidez y melancolía, todo junto en el cuerpo de una notable mujer escritora.

Compartir

Últimas noticias

Suscribite a Gaceta

Relacionadas
Ver Más

Elecciones en EEUU: DeSantis se bajó y Trump se encamina a ser el candidato republicano

Este martes en New Hampshire reafirmó su favoritismo para la nominación para competir contra Biden en noviembre.

Londres, en sentido opuesto a Buenos Aires: congelan los boletos de colectivos

El alcalde, Samir Khan, sostuvo que la medida ayudará a impulsar los sectores cultural, minorista y de hostelería ante un escenario inflacionario.

Elecciones en EEUU: Trump picó en punta en las primarias republicanas

El expresidente quiere volver a la Casa Blanca. Pelea en su espacio contra Ron deSantis y Nikki Haley.

Crisis en Ecuador: sigue el estado de sitio y narcos controlando cárceles

El presidente Noboa declaró el "conflicto armado interno", una medida que permite la movilización total de las Fuerzas Armadas en todo el territorio nacional.