El primer villorrio de la pampa

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En 1527, el marino Sebastián Gaboto funda los primeros asentamientos en el Río de la Plata. Un grupo de investigadores argentinos y españoles descubrió los restos arqueológicos del fuerte construido en la margen occidental.

Por Myrna Leal

La aventura duró poco, apenas algo más de dos años, y terminó mal, pero se trató del primer asentamiento europeo en territorio de lo que hoy es Argentina y uno de los primeros de Sudamérica, en el período de colonización del nuevo continente. La ubicación exacta del fuerte \”Sancti Spiritus\”, en el sur del casco urbano de la localidad de Puerto Gaboto, Santa Fe, fue hallada recientemente, luego de cuatro años de trabajo por parte de un grupo interdisciplinario. Los investigadores detectaron bajo tierra objetos de los españoles.

\”Se tenía referencia del fuerte por la documentación, pero hasta que comenzamos a trabajar nunca se habían encontrado restos materiales ni el lugar del emplazamiento\”, explicó Gabriel Cocco, uno de los arqueólogos del grupo, que se completa con sus colegas Guillermo Frittegotto, Fabián Letieri y Cristina Pasquali, la historiadora María Eugenia Astiz, la museóloga Nancy Genovés y la antropóloga Marina Benzi, a quienes luego se unieron especialistas españoles.

El descubrimiento es una prueba material del inicio del período de contacto hispano-indígena en la región y disputa la categoría de \”primer asentamiento europeo del Río de la Plata\” con la también desaparecida colonia San Salvador, situada en algún lugar próximo a la costa oriental del río Uruguay. Esta, al igual que Sancti Spiritus, fue fundada por Sebastián Gaboto, en el año 1527.

Del lado argentino, orientados por la documentación existente, los científicos relevaron varios kilómetros de ambas márgenes del río Carcarañá, cerca de su confluencia con el Coronda, unos seis kilómetros al oeste de la costa del Paraná y 60 al norte de Rosario, hasta que se toparon con los restos.

\”Estamos empezando a ver algo que ni siquiera imaginábamos que existía\”, aseguró Agustín Azkárate, uno de los arqueólogos de la Universidad del País Vasco vinculado a la investigación. Los trabajos permitieron ver por primera vez que los españoles liderados por Gaboto se instalaron sobre un asentamiento aborigen y que, luego de que los europeos fueron echados, en 1529, retornaron los pobladores originarios.

En meticulosas excavaciones, los científicos ubicaron, entre otros elementos, uno de los muros del fuerte, decenas de dados de hueso, centenares de restos de cerámica europea, mercurio que era utilizado como medicamento contra las enfermedades venéreas, una llave, clavos de cabeza cuadrada, cascabeles y las famosas cuentas de vidrio, objetos que pasaron a la historia como las baratijas que utilizaban para el intercambio de bienes con los indígenas. Muchas se hallaron quemadas, producto de la hoguera en la que los aborígenes convirtieron Sancti Spiritus, como corolario de una serie de desencuentros que pusieron fin a la efímera vida del asentamiento. La investigación, que cuenta con el impulso del Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe, fue financiada por el Consejo Federal de Inversiones y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

La aventura de Gaboto, marino de origen italiano, comenzó en 1526 con su partida del puerto de San Lucar de Barrameda, con órdenes de la Corona española de llegar por el camino del oeste a las Islas Molucas, en Oceanía, por entonces disputadas por las potencias por su abundante producción de especias.

A mediados de ese año, con sus tres naves y al mando de unos 200 hombres, Gaboto arribó a las costas de Brasil. Allí, marinos de la expedición al Río de la Plata de Juan de Solís, que habían logrado zafar de la voracidad de los charrúas, le hablaron de la existencia de un reino desbordante de plata. La tentación por las riquezas hizo cambiar de idea a Gaboto que, desechando las órdenes reales, se internó con un grupo de hombres en el río Paraná hasta llegar, el 9 de junio de 1527, a la confluencia del Coronda y el Carcarañá. El capitán decidió asentarse en el lugar que, notaron, se encontraba poblado. Rápidamente iniciaron el contacto con los indígenas guaraníes, chaná-timbú, querandíes, carcaraes y chanás.

Los historiadores diferencian tres momentos en la vida de la novel colonia: Al llegar, los españoles mantuvieron una convivencia sin mayores discordias con sus anfitriones, no por la naturaleza pacífica de los europeos, sino por el mal estado de salud en que arribaron y porque estaba presente en la zona un gran número de aborígenes debido a la época del año. La tranquilidad de la estadía les permitió levantar en seis meses una veintena de casas de paja.

Pasado ese medio año, se iniciaron los desencuentros entre ambas culturas, por lo que Gaboto ordenó construir un fuerte de tapia techado con paja para resguardar los bienes de la expedición. Esa estructura, cuyos restos fueron hallados por los investigadores, se convirtió en la más relevante del asentamiento español. Al mismo tiempo, el capitán proyectó una expedición aguas arriba del Paraná, en busca de la mítica Sierra de la Plata.

Durante meses, los españoles temieron un ataque indígena, que finalmente se produjo el 29 de setiembre de 1529. Al amanecer, cientos y cientos de hombres de las tribus cercanas llegaron en oleadas portando teas encendidas, con las que en pocas horas borraron toda existencia de Sancti Spiritus.

Gaboto y algunos integrantes del grupo lograron salvar el pellejo y regresaron a España, donde al capitán se lo juzgó por haber abandonado la expedición a las Islas Molucas. De su errada decisión tuvo tiempo de arrepentirse durante el año que duró su castigo como deportado en Argelia.

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