La artista destaca que el grabado siempre estuvo unido al libro y su aparición fue una revolución por la manera en que se divulgó el conocimiento. La identidad y la mirada que fracciona.

Por Nanu Zalazar

Alicia Díaz Rinaldi presenta \”Tiempo circular\”, una muestra de sus grabados más recientes sobre bastidores que le dan apariencia de cuadros, combinando lo geométrico y lo gestual en una exhibición que resulta imperdible. \”Gaceta Mercantil\” la visitó en su casa-taller en el barrio de Barracas y le preguntó cómo eligió el grabado.

\”A los 14 años yo decidí ser pintora y comencé a estudiar dibujo y pintura con Víctor Chab y después con Delia Puga, del grupo Graba, que era un grupo de gráfica que consiguió status internacional y viajan por todo el mundo exponiendo y dando clases. Puga vio un dibujo mío y me dijo que podría quedar bien en un grabado. Me dió una chapa y comencé a trabajar con eso. Después me casé con un brasileño y me fui a vivir a Río. Ahí me puse a estudiar en el Museo de Arte Moderno, que era un espacio de experimentación con un nivel espectacular: había cine, conferencias. En 1970 volví a Buenos Aires, armé mi taller, comencé a trabajar y empecé a participar en concursos en el exterior.\”

¿Qué lugar sentís que tiene el grabado frente a otras disciplinas?

El grabado siempre estuvo unido al libro y su aparición fue una revolución por la manera en que se divulgó el conocimiento. Antes de la imprenta el conocimiento estaba en manos de una elite y el grabado acompañó la evolución del libro porque era la manera que tenía de ilustrar. Yo lo elegí porque es la manera más democrática del arte, porque es un arte que lo podés mandar y exponer en muchos lugares al mismo tiempo.

Hay quienes desvalorizan el hecho que sean obras con copias, como la fotografía.

Es un prejuicio contra el grabado, contra el papel. Sin embargo, en grabado cada pieza es un original, la relación que se establece con la obra es independiente y única. El grabado permite establecer una relación con distintas personas, en distintos lugares al mismo tiempo. Yo creo que el arte es comunicación y cuanto más comuniques, más estará cumplido el ciclo.

En tu muestra los grabados están montados en bastidores, como si fueran cuadros, pero de papel. ¿Por qué elegiste ese formato?

El grabado tradicionalmente se pone sobre vidrio, pero a mí me parece que es como mediatizar la mirada, así perdés la textura, te aisla y no te permite meterte en la obra: Se me ocurrió forrar los bastidores como si fuera un poster. Desde hace varios años que lo vengo haciendo, para darle una mayor posibilidad de acercarse a la obra. También hice grabados sobre tela de algodón y las adhiero al bastidor: El fragmento de tela se imprime y se pega sobre otra tela. Prefiero que se fundan y que no se diferencien.

En tu obra el soporte responde a figuras geométricas y los grabados tienen líneas orgánicas. ¿Qué representás con esas diferencias?

Nosotros convivimos en dos mundos, es por eso que elijo algo más geométrico en el soporte y algo más orgánico en el papel. Siento que convivimos entre dos mundos, uno sutil y otro crudo y duro. Es una manera de poner orden en el caos. La sociedad es muy caótica y eso lo reflejo un poco en mi obra, me gusta presentar algo más esperanzador, que el espectador tenga la posibilidad de acceder a otras cosas y esa dualidad la presenta mi obra hace bastante tiempo.

¿Cómo fueron las otras etapas de tu obra?

He tenido etapas figurativas, al comienzo eran obras más oníricas, en los \’80 comencé con las citas usando fragmentos de obras famosas. Por esos tiempos viajaba mucho y tomé contacto con muchas imágenes y también coincide con la búsqueda de mis raíces. Me pregunto quién soy. De abuelos italianos y españoles, típica argentina, cuando tomo contacto con la cultura europea me siento identificada, pero cuando vengo acá también. Creo que la mirada de la memoria fracciona y congela una parte, y deja la que más impacta.

¿Cómo ves el arte contemporáneo?

Hay distintos artes contemporáneos, hay una línea que es muy banal. También siento que hay como una \”juventucracia\” que dice que si sos joven, sos genio. Nosotros también fuimos jóvenes genios, yo hice mi primera muestra a los 17 años invitada al Museo de Bellas Artes. La otra tendencia es que sacralizan a los que tienen más de 90. Creo que debieran verse la trayectoria y los caminos recorridos. Yo elegí el camino del arte como un camino del conocimiento, cuando veo que muchos eligen el camino donde solo importa cuánto se vende, creo que se deben sentir muy vacíos y eso está avalado por un establishment.

¿Y cómo fue tu carrera?

Bastante amplia, recibí una decena de premios internacionales. También trabajé muchos años en Alemania y España, dando clases, pero para mí lo que más vale es lo que podés hacer sentir con tu obra. Ha habido artistas que han vendido mucho y hoy nadie se acuerda de ellos. El mercado es un tema relativo: para mí lo importante es la trayectoria con crecimiento personal.

Fundación \”Mundo Nuevo\”, Av. Callao 1870, PB.