De la mano del debutante director E.L. Katz, hizo su aparición esta comedia negra perturbadoramente graciosa que desafía los límites de la moralidad ¿Qué estarías dispuesto a hacer por un puñado de dólares?
“El dinero hace que el mundo gire” cantaba la bailarina de clubes nocturnos Sally Bowles, interpretada por Liza Minnelli, en la famosa película “Cabaret” de 1972 dejándonos, además de una actuación memorable, todo un manifiesto de su época y, en gran parte, de la nuestra.
Y así, con una canción y en palabras simples, ese pasaje del film resume un poco el poder oculto que parece tener eso que no es más que papel y tinta, pero por lo que muchos venderían su alma al mismísimo Mefistófeles si fuese necesario para obtenerlo.
¿Qué estaríamos dispuestos a hacer por un puñado dólares? ¿Hasta dónde podríamos degradarnos para obtenerlos? ¿Las peores bajezas humanas se justifican en su nombre?
Algunas de las incógnitas que nos deja: “Apuestas perversas”, una comedia negra incómoda e inquietante, que retrata una noche en la vida de dos viejos amigos de la secundaria caídos en desgracia por la crisis económica que, tras un fortuito reencuentro en un bar de poca monta, conocen a un desagradable sujeto que les propone hacer las cosas más descabelladas a cambio de dinero.
Allí comenzará una terrorífica y, por momentos, hilarante noche donde las apuestas llegarán hasta límites insospechadamente perversos.
Sobre esta simple aunque polisémica premisa trabaja en su ópera prima el director norteamericano E.L. Katz, llevando al extremo la locura moderna por la obtención de ganancias a cualquier costo y, por momentos, recordándonos en algunos de sus pasajes a los Reality Show que estamos acostumbrados a ver en la TV, donde los participantes hacen prácticamente cualquier cosa por obtener una remuneración.
Para empezar, hay que decir que el guión es uno de los puntos fuertes del film, con algunos giros interesantes y personajes que, a lo largo de la cinta, se irán desdoblando hasta volverse completamente impredecibles, sumado a un acertado tono humorístico que nos encontrará en determinadas escenas riendo de situaciones que, a priori, podrían parecer de los más desagradables.
Prueba de esto son las innumerables escenas donde el ‘gore’ hace acto de presencia al mejor estilo del cine de horror actual, añadiendo situaciones escabrosas por donde se las mire pero, a su vez, sumamente significativas para los fines de lo que se pretende contar.
Sin embargo, mientras que esto tal vez pueda parecer un punto a favor para algunos, desde la mirada de los más puristas quizás no lo sea tanto, ya que posiblemente no les agrade ver escenas por demás escatológicas o mutilaciones, ¡Después no digan que no les avise!
“Apuestas perversas” es un film bizarro y retorcido, aunque no por ello menos revelador. Quizás no sea del agrado de aquellos espectadores que se queden con el sentido literal del relato, pero para esos otros que, como a mí, les guste leer entre líneas, será de los más interesante.