“Interestelar”: Asombroso viaje intergaláctico

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El film narra la historia de un grupo de exploradores espaciales que intentan salvar a la humanidad de su extinción, pero para ello deben emprender un viaje más allá de nuestra galaxia con el objetivo de encontrarle un nuevo hogar a nuestra especie.

Desde su génesis en el siglo XIX, los seres humanos hemos encontrado en la ciencia ficción una nueva forma de construir relatos que, más allá de su carácter literario, intentan dar respuesta a una serie de preguntas que nos venimos haciendo desde tiempos inmemoriales.

Preguntas que pueden surgir con una simple mirada a un cielo estrellado durante la noche, y disparar un debate de índole filosófico/religioso que, en muchas ocasiones, lejos de aclararnos algo, nos lleva a más y más interrogantes que serían imposibles de resolver hasta para los científicos especializados.

Y es justamente ahí, en ese punto intermedio entre el conocimiento científico y la especulación ficcional, donde cobra relevancia este género que, trasladado al ámbito cinematográfico, nos da obras de la magnitud de “Interestelar”.

Escrita y dirigida por los hermanos Christopher y Jonathan Nolan, basada en los estudios del físico estadounidense Kip Stephen Thorne, la película narra la historia de un grupo de exploradores espaciales que intentan salvar a la humanidad de su extinción, pero para ello deben emprender un viaje más allá de nuestra galaxia con el objetivo de encontrarle un nuevo hogar a la humanidad.

En primer lugar, quiero discrepar con muchas de las cosas que se han escrito en estos días acerca del film en varios “portales especializados”, ya que me he cansado de leer artículos en los que abundan comparaciones (tanto para denostarla como para elogiarla) de esta obra con la que en el año 1968 dirigió el célebre cineasta Staley Kubrick: “2001: Odisea del espacio”.

Para esto debo decir que, si bien hay claros homenajes dentro de la cinta de los hermanos Nolan respecto de la ya mencionada obra de Kubrick, ¿Qué película de ciencia ficción posterior a “Odisea en el espacio” no ha sido influenciada por la misma?, muy pocas o ninguna, ya que esta película es un hito dentro del género, así como en su momento lo fue “Viaje a la Luna” del director francés Georges Méliès, por citar un ejemplo relevante.

Por consiguiente, si cada vez que se presenta una propuesta que, remotamente, trate temas similares a la obra de Kubrick nos vamos a dar a la tarea de negarlas o afirmarla según su parecido o no con la misma (como ya sucedió el pasado año con “Gravedad”), directamente podríamos pedirles a los cineastas que no hagan más ciencia ficción, ya que es imposible hacer este estilo de película sin referenciar a uno de sus máximos exponentes.

Dejando de lado estas cuestiones y ateniéndonos estrictamente a la obra que nos ocupa, nos encontramos con un film que, en su primera media hora, puede parecernos que busca una escusa bastante apresurada por lanzarse a lo que realmente quiere contar.

Cooper (Matthew McConaughey) es un ex piloto de la NASA retirado que, luego de enviudar, decide dedicarse a la agricultura para hacer frente a una plaga que está destruyendo las plantaciones del mundo, y provocando una catástrofe alimentaria de consecuencias apocalípticas.

Por una serie de coincidencias extrañas, y bastante poco creíbles, Cooper da con unas instalaciones secretas donde se encuentra con su mentor de la NASA: el profesor Brand (Michael Caine), quien le solicita que comande una expedición intergaláctica a través de un agujero negro con el objetivo de explorar otros mundos en busca de un planeta habitable para la raza humana.

Cooper decide, sin ninguna preparación previa, aceptar dicha misión junto a: la hija de Brand, Amelia (Anne Hathaway); los científicos Doyle (Wes Bentley) y Romilly (David Gyasi); y un extraño robot, en un viaje intergaláctico sin precedentes.

A partir de aquí, llega el momento “creer o reventar”, ya que lo que sigue es un viaje extraordinario desde el punto de vista audiovisual y narrativo que, particularmente, me ha dejado con la misma sensación que los astronautas a los que seguimos durante la aventura.

Quizás haya algunos baches de guion, quizás la obra sea muy pretenciosa, quizás sobre el final caiga demasiado en el sentimentalismo, quizás los más incrédulos y racionalistas hagan comparaciones para denostarla, sin embargo, a los lectores de estas líneas les comento -al oído para que no nos escuche nadie- que la sensación que les dejará en el cuerpo al salir de la sala de cine no podrá quitárselas nadie.

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