Nostradamus: El médico y nigromante al que consideraron adivino

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Por José Luis Cutello

La historia del médico provenzal conocido como Nostradamus, derivación latina de su apellido real, puede ser explicada como un gran malentendido. Sus célebres \”Profecías\”, un libro escrito en el siglo XVI, es una obra en verso, con un estilo deliberadamente oscuro y mensaje enigmático que, según sus exégetas, adivina el futuro de la humanidad hasta el 3797. Apenas se detiene ese año porque luego vendrá el Apocalipsis anunciado en la Biblia.

Una de sus más divulgadas predicciones se refiere a la destrucción que en Occidente causarían los pueblos mongólicos en el año 1999. Si como destrucción de Occidente tomamos metafóricamente el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, símbolo máximo del capitalismo a fin de siglo, el adivino le \”pifió\” por dos años y de etnia: los fundamentalistas musulmanes de Al Qaeda no tienen ninguna relación con los actuales ciudadanos de la Federación Rusa.

Su arte consistía, según confía en el prefacio de una de las ediciones y en cartas a sus amigos nobles, en sentarse ante el agua o el fuego hasta que le llegara \”la llama luminosa de la inspiración\”. En una esquela al rey de Francia Enrique II, Nostradamus le cuenta que \”he vaciado mi alma, cerebro y corazón de toda preocupación y he logrado un estado de tranquilidad y quietud de la mente, los cuales son requisitos para predecir a través del trípode de bronce\”. Es que el artefacto adivinatorio consistía en un trípode de bronce en el que se apoyaba un recipiente de cristal cargado de agua.

Lo que hoy nos suena a charlatanería, tuvo algún fundamento en la Edad Media: el \”profeta\” basaba los vaticinios en sus conocimientos médicos extraordinarios para la época. Esos saberes, por ejemplo, le permitieron pronosticar en vida la muerte de Enrique II a causa de las heridas que recibió en unas Justas de Caballeros. A partir de entonces, su fama no dejó de crecer, sobre todo en la Corte, donde la esposa de difunto Rey, Catalina de Médicis, quedó tan impresionada que lo nombró su médico y lo cubrió de honores.

El astrólogo. Miquèl de Nostradama (en occitano) o Michel de Nôtre-Dame (en francés) nació el 14 de diciembre de 1503 en un hogar de judíos conversos de la Provenza francesa y, tras una larga serie de cursos, llegó a ser el médico y consultor astrológico más importante del Medioevo.

Los estudios que inició desde muy joven incluyeron los textos Alberto Magnus (el dominico alemán que alcanzó fama por su defensa de la pacífica convivencia de la ciencia con la religión), Teofrasto Paracelso (el médico y alquimista helvético) y Cornelio Agrippa (el médico y cabalista de Colonia), pero también estudió la Cábala, la medicina de los místicos sufí en Sicilia y las curaciones caldeas y asirias en Egipto. Además, le dio un valor oficial a sus estudios diplomándose en las escuelas de medicina de Avignon y Montpellier.

Una vez recibido, Nostradamus se casó, tuvo dos hijos y se instaló en la ciudad de Agen, en Provence. Allí, toda su familia falleció de distintas enfermedades, lo que lo motivó a emprender un largo viaje de diez años por Sicilia y Egipto para profundizar sus conocimientos médicos y astrológicos. Más tarde, volvió a casarse, tuvo varios hijos y residió en Salon, donde concibió sus obras médicas y proféticas.

Prophéties. Recién en su madurez, Nostradamus escribió uno de los libros más famoso de la historia, cuya primera edición data de 1555. \”Profecías\” tenía hasta entonces los vaticinios de las próximas siete centurias, aunque años después agregó tres centurias como anexo. El libro llegó a ser famoso que recibió en su casa de Salon la visita del rey Carlos IX, quien lo nombró médico personal.

A partir de la publicación, mucha gente se vio atraída por sus misteriosos versos en cuartetas. La mayoría de sus seguidores afirma que Nostradamus predijo todas las catástrofes del mundo. En contraste, científicos e incluso astrólogos sostienen que la relación que existe entre los eventos y las predicciones es resultado de las interpretaciones tendenciosas, con la finalidad de que coincidan plenamente con los acontecimientos. Para decirlo de otro forma, no hay ninguna evidencia de que realmente haya hecho que las predicciones tengan una clara identificación.

Debido a su éxito como médico, Nostradamus decidió escribir un libro que contuviese 1.000 redondillas con pronósticos que extendían hacia el futuro la información de sus almanaques anuales. Sin embargo, creó un método de redacción con juegos de palabras y mezcla de idiomas como provenzal, francés, griego, latín, italiano, hebreo y árabe, con la intención de evitar posibles enfrentamientos con la Iglesia católica, que ya había quemado en la hoguera –o, en el más piadoso de los casos, torturado- a varios astrólogos. Las cuartetas están tan cargadas de metáforas, omisiones, alusiones, autorreferencias y anagramas que se hace casi imposible identificar hechos concretos, lo que le evitó persecuciones de la Inquisición. En este sentido, su escritura es parecida al Apocalipsis de San Juan: nadie ha podido indicar con exactitud en qué consistirá y cuándo será.

Los estudios más modernos sostienen que Nostradamus no era un nigromante, sino que quería escribir acerca de los hechos de su tiempo crípticamente para no enemistarse con la nobleza y, con el paso de los siglos, fueron interpretados como profecías. Pese a todos sus cuidados, la curia provenzal lo acusó de \”tener tratos con el demonio\”, aunque la protección de los reyes de Francia le bastó para esperar una muerte natural el 2 de julio de 1566 en Salon.

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