Aunque no lo veamos, el Deutsche siempre está

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Las propuestas de una reestructuración suave para la deuda griega con participación voluntaria en el rescate de los bonistas (bancos, aseguradoras y fondos), presentadas por Alemania a principios de mes y que ahora están en el centro del debate europeo sobre la crisis del euro, fueron obra del Deutsche Bank, según confirmó la prensa europea.

Las líneas maestras de la carta enviada el 6 de junio al Banco Central Europeo (BCE) y al Ecofin por el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, fueron confeccionadas por el principal banco alemán bajo la dirección de su jefe, Josef Ackermann.

Así se desprende del documento “Proposal for burden sharing without haircouts” (Propuesta para distribuir cargas sin quita) elaborado por el Deutsche Bank. El documento recoge los aspectos esenciales del actual debate: la ampliación por siete años del plazo de vencimiento de la deuda griega y una “reprogramación suave” con participación de los bancos y acreedores privados, una coincidencia casi total con la propuesta del Ministerio de Finanzas germano.

Según la prensa europea esa cartera reconoció haber recibido el documento, pero negó cualquier influencia de éste en su política. “Es el procedimiento habitual del departamento de Finanzas para obtener una imagen completa del estado del debate”, aseguró un vocero del ministerio.

La propuesta atribuida a esa entidad, que se filtró a la prensa al día siguiente de presentarla, sirvió para aplacar el escepticismo del Bundestag ante un segundo rescate griego. El 10 de junio el Parlamento alemán aprobó nuevas ayudas a Grecia con la condición de que los acreedores privados (bancos, fondos y compañías de seguros) participaran en el esfuerzo, sin que los diputados supieran que estaban votando una receta del Deutsche. “Que debamos hacer que el sector privado participe por razones de política interna alemana, sólo sirve para que todo nos salga mucho más caro”, declaró el primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker.

Durante el último año, el sector público ha venido comprando la deuda griega de la banca, los fondos de pensiones y las compañías de seguros, en lo que no es más que la continuación del salvamento de los bancos practicado en la primera fase de la crisis. En este proceso la banca alemana se ha desprendido de mucha más deuda griega que la francesa. Gracias a esto, la meneada “participación del sector privado” alemán en el rescate griego, relacionada con el monto de deuda que posee, terminó convirtiéndose en un buen negocio para el sector financiero alemán, tal como muestran las estadísticas.

No se trata de otra cosa que la nacionalización de los riesgos: en 2009 el grueso de la deuda griega estaba en manos privadas. Hoy el 37% es responsabilidad de instituciones públicas, como el BCE y el FMI. Con cada tramo del rescate europeo que se da a Grecia, disminuye el peso de la deuda de bancos, cajas y fondos privados, y aumenta la parte sostenida por instituciones públicas europeas. En 2015, esa parte habrá aumentado a un 56%, los bancos sólo tendrán el 8% y las aseguradoras privadas, el 11%.

En lugar de afrontar el problema griego con una enérgica reestructuración, la UE y el BCE juegan a ganar tiempo. Ese tiempo se dedica a alterar la estructura de la deuda griega mediante su nacionalización a cargo del contribuyente europeo.

El primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, advirtió que se está “jugando con fuego” y sobre los riesgos de un contagio de la situación griega a Irlanda y Portugal, con duras repercusiones para la deuda de países como Bélgica, Italia y España.

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