Grondona ayudó a resolver la crisis por la que atravesaba River Plate a finales de 2009. Y avaló un acuerdo que hoy instala a los dos firmantes en el mismo nivel de responsabilidad.

Por César Massat

José María Aguilar gobernó el Club Atlético River Plate durante dos períodos. Cuando ya no podía ser reelecto, a finales de 2009, unas elecciones depositaron a Daniel Passarella en la presidencia de la institución, tras vencer a su oponente Rodolfo D’Onofrio por apenas 6 votos.

Aguilar está siendo mencionado como el responsable del inicio de la decadencia actual de River, pero sugestivamente ninguno de los operadores mediáticos que opinan sobre el tema menciona a Mario Israel, el verdadero hombre detrás del trono de los últimos presidentes del “millonario”.

El calificativo de “millonario” le sentaba bien al club de Núñez, que durante los mandatos de Aguilar vendió figuras por entre 120 y 200 millones de dólares, según sea la fuente de la estimación. A pesar de tan maravillosos ingresos, que ningún otro club en la Argentina podría equiparar, la gestión de Aguilar terminó entregando porcentajes de jóvenes promesas a cambio de la pintura del estadio.

El día que Passarella se hizo cargo del club, pero en especial durante la campaña proselitista, la promesa solemne fue que se investigaría la gestión de Aguilar. La famosa auditoría jamás tuvo lugar, con lo cual el ex técnico de River durante el “aguilarismo” se convirtió en cómplice de cualquier irregularidad que en el futuro pudiera descubrirse.

Nadie, ni en los distintos en que ya se divide el oficialismo riverplatense, ni en la oposición, señala públicamente que aquel día se firmó un pacto entre Passarella y sus sostenedores, por un lado, y el presidente de la AFA, Julio Grondona, y Aguilar, por el otro. Por ese acuerdo, en la noche del escrutinio se acordó que Passarella asumiría como presidente a pesar de las muchas impugnaciones y nunca avanzaría en la investigación de la Administración Aguilar.

Poco después, Grondona cumplió con su parte del acuerdo y designó a Aguilar como asesor letrado de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) en Zürich, ciudad suiza en la que el ex presidente de River vive ahora gran parte del año.

La “salida” de Aguilar resolvió varios problemas, tanto judiciales como políticos. De cualquier modo, si cualquier hincha de River se lo cruzara hoy por las calles de Buenos Aires, algo que difícilmente suceda, tendría inconvenientes para reconocerlo. Aguilar bajó más de 40 kilos y con una barba corta pero cuidada y anteojos negros, como lo vieron algunos argentinos muy fisonomistas en un aeropuerto, está prácticamente irreconocible.

En la reunión del comité ejecutivo de la AFA en la que Passarella le pidió la renuncia a Grondona, acusándolo de que los arbitrajes perjudicaban a River, varios presidentes de clubes no tan importantes expresaron su rechazo a la actitud del ex capitán de la selección argentina. Pero comprendieron que, ante la posibilidad del descenso, Daniel la emprendiera contra el mandamás del fútbol argentino. “No tiene experiencia política. Fue como un elefante en un bazar”, apuntó uno de los dirigentes, que no es de los que más aprecia a Grondona.

El titular de la AFA no buscó perjudicar a River pero no hizo nada para ayudarlo. Esto es lo que aseguran quienes más lo conocen. El descenso del “millonario” se debió más a su propia decadencia como institución que a la forma en que JJ López plantó al equipo en la cancha y la performance de sus jugadores. Y en esto Aguilar es el mayor responsable. ¿Qué hizo con las decenas de millones de dólares que pasaron por el club? ¿Con quiénes lo hizo? Todos los que tienen algo que ver con River saben qué pasó. ¿Nadie va a buscar que los responsables se hagan cargo?