El índice de precios al consumidor creció 1,3% en junio y llegó a 9,1% interanual, el máximo en los últimos 41 años.
Estados Unidos registró en junio una inflación interanual de 9,1% (la más alta desde finales de 1981) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) le recortó sus previsiones de crecimiento en un escenario que “cada vez es más desafiante” para que el país evite una recesión.
El indicador de inflación aumentó a 1,3% en junio, y también representó el mayor nivel desde 2005, lo que refleja mayores costos de combustible, vivienda y alimentos. Los economistas habían proyectado aumentos de 1,1% mensual y de 8,8% interanual de la inflación.
Por su lado, el llamado índice básico de precios al consumidor, que excluye los componentes más volátiles de alimentos y energía, avanzó 0,7% mensual y 5,9% interanual, también por encima de las previsiones.
En este escenario, los rendimientos del Tesoro y el dólar subieron, mientras que los futuros de acciones estadounidenses cayeron tras el informe del Departamento de Trabajo de Estados Unidos.
En simultáneo, el FMI divulgó que se espera que Estados Unidos crezca 2,3% este año -en lugar del 2,9% calculado hace tan sólo un mes atrás-, de acuerdo con la evaluación periódica prevista en el artículo IV del organismo.
Del mismo modo, la perspectiva es negativa respecto al índice de desempleo: ahora el FMI prevé que este año promediará el 3,7% -en lugar de 3,2%- y espera que dicha cifra ascienda a 4,6% en 2023 y 5,2% en 2024.
El Producto Bruto Interno (PBI) de Estados Unidos ya registró una contracción durante el primer trimestre del año con una caída de 1,5%, y según algunas estimaciones, se espera que continúe dicha tendencia en el segundo periodo del 2022, lo cual ubicaría al país en una recesión, si se sigue la definición tradicional del término.
El FMI recomendó que ahora “la prioridad deberá ser disminuir el incremento de los salarios y los precios sin precipitar una recesión”, lo cual no será una tarea fácil debido a “la escasez en los suministros globales y en la fuerza de trabajo domestica”, además de la “incertidumbre” de la guerra entre Rusia y Ucrania.
“Para que la inflación regrese a la meta de la Reserva Federal del 2% para fines de 2023 o comienzos de 2024, se necesita que la tasa regrese a términos neutrales y se la deje allí por un tiempo”, señaló el FMI en el reporte, al considerar que el último incremento de 75 puntos porcentuales de la FED en junio ha sido acertado.
Tras subrayar la necesidad de una correcta y anticipada comunicación por parte de la FED, el Fondo consideró que “calibrar la respuesta a la inflación” -que registró un nuevo récord de 9,1% en su índice de junio- es una “tarea difícil”, ya que “juzgar mal el equilibrio de la política monetaria puede resultar en grandes costos económicos en el país y efectos negativos hacia la economía global”.
Según el análisis del FMI, si la FED no responde a la inflación, esta se puede prolongar en el tiempo y podría requerir “medidas más fuertes -y probablemente más costosas- en el futuro”, mientras que una política excesivamente dura puede generar una recesión.