Doña Francisca, la propietaria de la Casa de Tucumán

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El recuerdo de la vivienda histórica vuelve en cada aniversario de la declaración de la Independencia. Aquí algunos detalles poco conocidos.

Al menos hasta cierta generación nos enseñaban en la escuela primaria que la histórica casa en la que se declaró nuestra independencia era de una señora que se llamaba doña Francisca Bazán de Laguna. Vale la pena recordarla al celebrarse el aniversario de una fecha tan importante.

Pertenecía doña Francisca seguramente a la familia Bazán, uno de cuyos miembros era el conquistador de esas provincias del Norte, don Juan Gregorio de Bazán, y también emparentaba con el fundador de La Rioja, don Juan Ramírez de Velazco. Hija de don Juan Antonio Bazán y Figueroa y de Petrona Esteves, Francisca nació en Tucumán cuando el siglo XVIII promediaba la cuarta década, en la misma casa que otro antepasado el alcalde don Diego Bazán y Figueroa había construido como residencia y en la que ella vivió hasta el fin de sus días.

El 1º de enero de 1762 contrajo matrimonio con Miguel de Laguna en la iglesia matriz de Nuestra Señora de la Encarnación (hoy iglesia catedral de San Miguel del Tucumán). Tuvieron varios hijos: Juan Venancio, Miguel, Nicolás Valerio, Joaquín y Gertrudis; su marido falleció el 13 de octubre de 1806 y antes había perdido a su hija Gertrudis, el 26 de julio de 1802, casada ésta con Pedro Antonio de Zavalía, que a su vez le dio seis nietos. Miguel fue sacerdote y cura de Trancas y falleció en 1829, y Nicolás se había casado con María Agueda Aráoz, de una antigua familia local.

En aquella ciudad no era fácil encontrar un local para que sesionara el Congreso: la iglesia matriz estaba ruinosa e inhabilitada, el Cabildo no contaba con las comodidades necesarias y sólo el templo de San Francisco era el marco adecuado para la mayoría de las celebraciones, como que la misa inaugural se ofició allí. Ante tal carencia, se aceptó el ofrecimiento de doña Francisca de ceder su casa  y ella trasladarse a una también de su propiedad pero contigua, como hacer las modificaciones necesarias para ampliar dos salas a una más amplia para las reuniones.

Era una vivienda ubicada en un solar de la cuadra siguiente al costado de la Matriz y por ese nombre era conocida; tenía 35 varas de frente y salía a la otra calle, con patio principal, segundo patio, huerta y dos locales que servían de renta alquilados como comercio y otro más pequeño al frente a modo de portería.

Era la típica casa colonial que con el tiempo fue sufriendo modificaciones. Al primer patio lo cerraban las habitaciones privadas y lo encuadraba la sala hoy conocida como de la Independencia, que era una de mayor tamaño a la que se añadió ampliando su capacidad una más pequeña que, tirando la pared que las dividía, seguramente eran el comedor y un antecomedor. Al segundo patio daban dos habitaciones de servicio y el pozo con su brocal.

Trasladado en 1817 el Congreso a Buenos Aires, doña Francisca volvió a su casa que pasó a su muerte en 1823 a poder de sus nietos los Zavalía. Con el paso de los años el edificio se fue deteriorando, camino a la demolición dada la céntrica ubicación; hasta que advertido el diputado tucumano Tiburcio Padilla presentó un proyecto para su adquisición a fin de destinarla a oficinas públicas: Juzgado y oficina de Correos y Telégrafos. Se unió la voz de Mármol y el 15 de setiembre de 1869 se obtuvo la ley 323, firmada por el presidente Sarmiento y su ministro del interior Dalmacio Vélez Sarsfield.

En nuestro país las cosas generalmente se demoran y esta no fue la excepción, la compra no se formalizó, fue necesaria una nueva ley, la número 556 por la que se autorizaba al Poder Ejecutivo a invertir hasta 200.000 pesos para la construcción o compra de casas para juzgados federales y correos en distintas localidades, que fue promulgada en 1872. El 25 de abril de 1874 finalmente la Casa pasó a poder el Estado con la firma de la correspondiente escritura traslativa de dominio.

Largos años pasaron hasta que fue declarada en 1942 monumento histórico nacional, y el 17 de julio de 1942 -pronto se cumplirán 80 años- comenzaron los trabajos de reconstrucción, una de cuyas fotos ilustra la nota; obra que estuvo a cargo del arquitecto Mario J. Buschiazzo, de su colega Jorge A. Cordes y otros técnicos del Ministerio de Obras Públicas.

Sin duda Casa Histórica como el Cabildo de Buenos Aires son los dos edificios históricos que todos los niños del país han dibujado desde la más tierna infancia.

* Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación

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