Lo que está en juego entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández

Fecha:

Compartir

La primera vuelta confirmó una demanda general por una transformación del país, dejando atrás a las formaciones políticas tradicionales.

El desenlace electoral de este domingo en Colombia probablemente sea de fotografía. Después de unos meses convulsos de coaliciones, comicios legislativos, debates, duplas vicepresidenciales y una primera vuelta con resultados inesperados, el país vivirá el evento más importante de su etapa “posbélica”: el balotaje. 

Luego de la firma de los acuerdos de paz en 2016, una nueva realidad política ha emergido en Colombia, y esto es un hecho, pase lo que pase este domingo. 

La anterior Colombia, en medio de un conflicto armado, la irrupción del narcotráfico y el paramilitarismo, se convirtió, hasta bien entrado el siglo, en una fábrica de imágenes lamentables. Lo más angustioso fue que, mientras más violaciones de derechos humanos y horrendos crímenes se cometían, los actores que capitaneaban la guerra desde el Estado eran premiados y exaltados por los medios internacionales y la diplomacia occidental.

La alineación del uribismo con los planes de EEUU en la región y la manera violenta como trató de revertir los procesos de cambio, le valieron a Colombia el mote de la “Israel de América Latina”, con connotaciones que este domingo pueden empezar a cambiar de manera notable. 

Por eso es tan importante que alguien que no viene del uribismo ni de las grandes familias oligárquicas, que han gobernado y protagonizado la respuesta violenta a las demandas sociales, pueda gobernar desde el intento de cambiar el concepto del Estado: de uno eminentemente represor a otro que intervenga en la crítica situación socio-histórica. Y es precisamente esto lo que se juega Colombia en las urnas. 

En este sentido habría que advertir que la nueva condición posbélica no es del todo estable y normalizada. Al nuevo presidente le tocará asumir un panorama de atomización radical del conflicto, con decenas de grandes bandas armadas y con una producción y exportación de drogas ilegales no tan diferente a la que existía en aquellos períodos críticos relatados por las famosas “narconovelas”.

Tanto es así que, en 2019, el entonces presidente de EEUU, Donald Trump, responsabilizó públicamente al mandatario hoy saliente, Iván Duque, del notable aumento de la exportación de cocaína.

En cualquier caso, la importancia de estos comicios radica en el mero hecho de la elección ya que los candidatos pudieron hacer su campaña con seguridad y sin que haya que lamentar ningún acontecimiento como los que sucedían de manera constante en épocas pasadas. Este es el hecho que hoy hay que resaltar, incluso por encima del resultado. 

Parece haber condiciones reales para que este domingo pueda ganar un aspirante “antiestablisment” y que edto no desestabilice la paz en Colombia sino que sea digerido, de manera más o menos pacífica, por todos los actores, incluso por los que se mantienen en armas.  

Los actores de esta disputa. El uribismo, el movimiento que hegemonizó la política colombiana desde al menos hace dos décadas y que motorizó la lucha contra la insurgencia, ha caído en desuso. Ahora, trata de aprovechar la irrupción de la candidatura de Rodolfo Hernández, un populista de centroderecha, para reacomodarse políticamente o, al menos, lograr su objetivo histórico: hacer perder a la izquierda. 

El uribismo ha consumido su capacidad de articulación hegemónica pero el conservadurismo ha presentado una nueva fórmula renovada, con Hernández, que tratará de articular al voto duro uribista con la derecha molesta por el magro desempeño del gobierno de Duque.

El principal problema de Hernández es cómo se va a leer entre los electores, a los que vende un discurso “antisistema”, el apoyo que ha recibido del uribismo y, especialmente, de Duque. ¿Representará el empujón definitivo o más bien la decepción temprana de su electorado?

Por su parte, Gustavo Petro, un político histórico de la izquierda, podría dar un giro a una Colombia gobernada por los sectores más reaccionarios y ensayar un gobierno que incluya a las mayorías sociales empobrecidas y excluidas, lo que podría ser la vía para terminar de salir de la violencia. 

El triunfo de Petro es un acontecimiento soñado por todos los progresistas de la región debido a que, incluso en los momentos de mayor giro izquierdista en América Latina, Colombia se mantuvo invariablemente en la derecha.

Ambos candidatos pueden vencer este domingo pero previamente tendrán que eludir algunos escollos. 

1. Abstención crónica

En la primera vuelta, un 46% de los 38 millones de ciudadanos habilitados para votar no ejercieron este derecho. Es un número similar al registrado en las presidenciales de 2018, lo que hace ver que en Colombia hay un sector abstencionista crónico. La movilización de este electorado puede marcar la diferencia. 

2. La Colombia andina vs. la Colombia periférica

Básicamente hay dos grandes territorios electorales en disputa. Esto, por supuesto, en medio de una geografía social muy compleja. 

Por un lado, un territorio andino o de influencia andina, ubicado en el centro del país, mayormente de signo conservador y con un poder decisivo, incluso para ganar electoralmente el plebiscito que rechazó los acuerdos de paz.

Este es un electorado que, si bien está resentido con los políticos conservadores, mantiene su filiación y suele movilizarse para ir a votar. 

Por otro lado está el resto del territorio colombiano, la Amazonía y las costas del Pacífico y el Caribe, que se han resistido al dominio conservador y que vota por la izquierda.

Todo ello con una capital, Bogotá, que tiene un voto de izquierda pero que no es del todo decisiva en estos comicios; y con una Medellín, segunda ciudad del país, que más que conservadora suele ser de derecha. 

Los grados de participación en las regiones que componen estos grandes territorios, así como la adhesión que pueda tener cada candidato en ellos, serán los datos decisivos para el desenlace electoral.

3. ¿Quién lidera el cambio?

Quizá el significante que más se disputa en el actual balotaje es el del “cambio”. La primera vuelta confirmó los aires de una demanda general por una transformación del país, por lo que es probable que el próximo presidente llegue a serlo en la medida en que los electores vean en él al intérprete más genuino de esa demanda de cambio.

Así, quien mejor se identifique con esta época que exige transformación tendrá más probabilidades de obtener el deseado cetro.

Fuente: RT y agencias

Compartir

Últimas noticias

Suscribite a Gaceta

Relacionadas
Ver Más

Elecciones en EEUU: DeSantis se bajó y Trump se encamina a ser el candidato republicano

Este martes en New Hampshire reafirmó su favoritismo para la nominación para competir contra Biden en noviembre.

Londres, en sentido opuesto a Buenos Aires: congelan los boletos de colectivos

El alcalde, Samir Khan, sostuvo que la medida ayudará a impulsar los sectores cultural, minorista y de hostelería ante un escenario inflacionario.

Elecciones en EEUU: Trump picó en punta en las primarias republicanas

El expresidente quiere volver a la Casa Blanca. Pelea en su espacio contra Ron deSantis y Nikki Haley.

Crisis en Ecuador: sigue el estado de sitio y narcos controlando cárceles

El presidente Noboa declaró el "conflicto armado interno", una medida que permite la movilización total de las Fuerzas Armadas en todo el territorio nacional.