El futbolista, de 41 años, y el piloto de TC, de 48, se retiraron este fin de semana y dejaron una enseñanza para las generaciones más jóvenes.
Este fin de semana se retiraron definitivamente dos grandes del deporte argentino: el piloto Guillermo Ortelli, siete veces campeón de Turismo Carretera (TC), y el futbolista Andrés D’Alessandro, cinco veces campeón con River Plate, una con Nacional de Uruguay y 12 con Inter de Porto Alegre, donde puso punto final a su carrera deportiva.
Con Ortelli, este periodista ya había vertido la arriesgada afirmación que el TC había dejado de existir con su salida de la competencia, a finales del año pasado. Este último domingo, en Toay, La Pampa, el “Séptuple” volvió a subirse a una cupé Chevy para correr su última carrera, fuera de campeonato, ante decenas de miles de personas que se congregaron como nunca desde la flexibilización de las restricciones sanitarias para ver el último paso a fondo del viejo ídolo que llegó corriendo hasta los 48 años con las tradiciones de otra época.
En Porto Alegre, el “Cabezón” fue ovacionado por la multitud que copó el estadio Beira-Rio para ver por última vez en acción al mediocampista de 41 años, que además se despidió con un golazo de zurda para ayudar a su equipo a ganarle 2-1 a Fortaleza por la 13° fecha del Brasileirao.
Ortelli corrió una carrera sin sumar puntos. Fue simbólico, para despedirse. Pero como todos los pilotos estaban obligados a entrar a boxes por reglamento, esperó a que los autos por delante suyo ingresaran a cambiar neumáticos para quedar, aunque sea por una vuelta, como líder de la competencia. “Cuando me suba y me ponga el casco, voy a querer ganar”, había advertido unos minutos antes, en su última entrevista como deportista en actividad.
D’Alessandro lideró la levantada del Inter en su último partido, y fue elegido la figura del encuentro. “Lo único que quería era jugar como aquellos primeros días en los que empecé como futbolista profesional”, dijo en su primera conferencia de prensa como exjugador.
Tanto Ortelli como D’Alessandro demostraron que, en el hiperprofesionalizado mundo del deporte, a este tipo de grandes atletas los mueve -principalmente- ese fuego sagrado interno que los hace luchar por el triunfo.
Obviamente, uno imagina que estos dos ídolos sienten gran tranquilidad cuando abren el homebanking y miran la cifra que poseen en la cuenta corriente. Bien ganado está ese dinero porque es el fruto de su esfuerzo y talento en dos actividades tan difíciles. Pero ese sentimiento de satisfacción no se compara en lo más mínimo con el orgullo que deben sentir cuando recorren las vitrinas destinadas en sus casas para guardar los trofeos de esos triunfos deportivos que no tienen precio alguno. Ahí está el secreto de estos dos grandes. Fue un placer poder haberlos disfrutado.