La extrema bajante de la Cuenca del Plata y el “efecto mariposa”

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La autora advierte de la complejidad del fenómeno, no captada en su profundidad por las afirmaciones del presidente Alberto Fernández, que lo atribuyó a la tala de árboles en la Amazonia.

El presidente Alberto Fernández, durante una visita al Parque Nacional Iguazú, en la provincia de Misiones, el sábado pasado, acusó abiertamente a su par brasileño de ser el causante de la gran bajante del río Paraná.

Atribuyó a la tala indiscriminada de la Amazonía la falta de lluvias que, consecuentemente, se traduce en la reducción del caudal hídrico de ese río.

Para hablar de la histórica bajante del río Paraná debemos empezar por el principio. La región del Mato Grosso do Sul brasileño, que es donde encuentran sus orígenes los ríos Paraná y Paraguay, ha estado registrando precipitaciones muy por debajo del promedio ya desde el último trimestre de 2019.

Podemos relacionar este menor volumen de precipitaciones de manera mayoritaria al fenómeno climatológico de “La Niña”, que perturba las temperaturas, los ciclos de lluvia y los patrones normales de tormentas en diversas partes del mundo.

Tanto “La Niña” como “El Niño” son variaciones normales en las temperaturas de la superficie del mar, concretamente del Océano Pacífico tropical central y oriental, que han existido desde hace millares de años y que continuarán existiendo sin que el hombre puede interferir.

Este fenómeno, que no fue considerado por Fernández al realizar su afirmación, es parte determinante de la respuesta a la gran sequía que afecta a Brasil en general, pero al Mato Grosso do Sul (y no la Amazonía) específicamente.

La deforestación en la ecoregión del Cerrado, la sabana brasileña que alberga la mayor biodiversidad del mundo y que constituye el ecosistema más grande del país después de la Amazonía, no constituye la causa originaria de la sequía y la consecuente disminución en el caudal de agua del complejo hídrico pero sí agrava esta última situación.

La tala en grandes volúmenes de árboles provoca, en líneas generales, que los bosques dejen de inyectar una inmensa cantidad de humedad en la atmósfera que luego se convierte en lluvia. Esto sí es una realidad, pero no es la única.

Los fenómenos mencionados, íntimamente relacionados por ser uno el opuesto al otro, afectan drásticamente las condiciones climáticas de ciertos sectores del planeta determinando los vientos, las temperaturas, las precipitaciones, las variaciones en la presión atmosférica, etc.

Ambos fenómenos se vienen produciendo desde hace unos 5000 años, ya sea en períodos cálidos como en fríos, y están siendo afectados por el calentamiento global de la atmósfera producido por la contaminación con gases de efecto invernadero.

Si las temperaturas globales continúan en aumento, se pueden esperar fenómenos de “El Niño” y “La Niña” mucho más fuertes e intensos.

Científicos durante el siglo XIX y principios del XX habían encontrado alguna relación entre las inundaciones que afectaban a Perú y las grandes sequías que se daban en Australia, en simultáneo, pero recién en 1969 el climatólogo estadounidense Jacob Bjerknes logró explicar científicamente el fenómeno que se daba en el Pacífico y que preocupaba a muchos.

A la fecha esta etapa de sequía producida en mayor parte por “La Niña”, y que afecta a gran parte del territorio argentino, no tiene visos de mejoría para los próximos meses, esperándose para el trimestre agosto-septiembre-octubre lluvias inferiores a las normales entre un 40 y un 50 por ciento para parte de la región de Cuyo y provincias de Río Negro, La Pampa, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, la región del Litoral y el NEA (Datos actualizados por el Instituto Nacional del Agua -INA-. al 8 de agosto pasado con un horizonte al 31 de octubre de 2021).

El INA apuntó que es un período “especialmente crítico, con afectación de todos los usos del recurso hídrico”, principalmente en la “captación de agua fluvial para consumo urbano”.

Los impactos ambientales, sociales y económicos esperados como consecuencia de esta situación se vinculan directamente con la afectación de la fauna íctica, con la estabilidad de los márgenes de los ríos, con la exposición a incendios en márgenes e islas, con las tomas de agua para consumo urbano, las destinada a refrigeración de centrales de generación eléctrica y para refrigeración de procesos industriales, y particularmente con la navegación fluvial.

Así, entonces, se puede apreciar la complejidad de una situación que de lo climático deriva en consecuencias sociales, ambientales y económicas. Jamás mejor aplicado el proverbio chino que reza que el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo.

* Abogada, especialista en Derecho Ambiental (UBA)

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