Francisco de Miranda y su legado en Hispanoamérica

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El autor hace un racconto en este documentado artículo sobre el proceso emancipatorio en la región y el rol del Precursor.

Interpretación de Miranda de Alceo,

Inscrito en el tomo de la Revolución Francesa:

“No las piedras duras, robustos leños,

ni artificiosos muros forman las ciudades,

mas donde quiera que hay hombres

que sepan defenderse por sí mismos:

¡Allí están las fortificaciones, allí las ciudades!

Seguramente, no ha habido una personalidad más descollante en las postrimerías del siglo XVIII y principios del XIX que Francisco de Miranda. Nadie como él participó en las tres revoluciones (la americana, la francesa y la independencia suramericana), las cuales marcaron un hito en la creación de la modernidad política desde entonces.

Habría que añadir, que ningún otro personaje de la época pudo relacionarse y haber entregado proyectos, a figuras como: William Pitt, primer ministro británico; Catalina Emperatriz de Rusia; Brissot líder de los girondinos, ministro y miembro de la convención; Madison y Hamilton, secretario de estado y secretario del tesoro, respectivamente de los Estados Unidos. Estos enunciados bastarían para considerar a Miranda como un personaje sin igual.

Pero hay más, también fue precursor de la independencia hispanoamericana. Este aporte tiene dos facetas: una conocida, otra no tanto. La primera es una carta enviada a Carlos III en 1785 en la que le expresa su admiración por la independencia de las trece colonias del norte y además le solicita su exoneración como capitán del Ejército real. En documentos posteriores afirmará que a partir de entonces se inició su idea de la independencia suramericana.

Ciertamente, antes que Miranda hubo movimientos insurgentes, pero todos ellos tenían el lema “Viva el Rey, abajo el mal gobierno”, con lo cual quedaba claro que no se proponían la ruptura con la corona española. Con el Precursor todo eso cambió, inclusive, propuso cuatro proyectos constitucionales (1790, 1798, 1801, 1808), en los cuales el ejercicio de gobierno era una ruptura con la corona española.

La segunda faceta de Miranda como precursor la constituye la forma de gobierno que debería adoptarse luego de la independencia.

En la proclama al continente colombiano (alias Hispanoamérica) en 1801, dice: “Más al levantar sobre las ruinas de un régimen opresor la independencia de vuestra patria, acordaos ciudadanos, de que vais a llenar con la fama de vuestros hechos las regiones más remotas, a grabar vuestros nombres en el templo de la memoria… Al momento de confundir a vuestros opresores no imitéis su tiranía. No es nuestra idea la de reemplazar un gobierno irregular, por otro semejante: de substituir a un régimen opresor por otro opresor: de destruir una tiranía antigua por otra tiranía nueva; en una palabra, de establecer sobre la ruina de un despotismo extranjero, el reino de otro despotismo no menos odioso…”

Con lo cual refuta el absolutismo de la monarquía española y propone su alternativa por un sistema republicano, que aparece dibujado allí y en los proyectos constitucionales de 1801 y 1808. Para él, el asunto a resolver es el de la emancipación del absolutismo español, más que la ruptura o secesión con España. Es decir, no es un asunto de xenofobia o algo parecido sino una propuesta política.

Dicho de otro modo, para muchos patriotas, entre ellos Simón Bolívar y José de San Martín, la independencia era lo definitivo, en tanto consideraban que la secesión con España y la libertad eran equivalentes. Los hechos demostraron lo contrario, se podía estar con la independencia y proponer un gobierno despótico, peligro que advertía Miranda en la cita anterior. Incluso, luego de la independencia muchos patriotas propusieron gobiernos monárquicos y el mismo Bolívar planteó una presidencia vitalicia, que al decir de Páez era una monarquía sin corona. En suma, Miranda también es Precursor de la idea de emancipación, como propuesta alternativa a la monarquía absoluta y más afín a un gobierno de tipo republicano y liberal. La emancipación es la soberanía de los pueblos con modelos de autogobierno, en contra del centralismo absolutista de la corona española. La independencia es la secesión de España, pero no necesariamente, a favor de la soberanía popular. Las dictaduras subsiguientes del siglo XIX, así lo demostraron.

Política o guerra de independencia. Ahora bien, hagamos un pequeño inciso sobre este tema fundamental al cual nos obliga Miranda, por la diferencia entre independencia y emancipación.

En otra parte (El Olvido de los Próceres), manifesté que una cosa era la política por la independencia y otra, la guerra de la independencia. La política se establecía con base al nacimiento y ordenación de la República, por cuanto se había sustituido la monarquía española y había que crear un modelo inexistente en Hispanoamérica. La guerra tenía como propósito derrotar militarmente a los españoles y a las instituciones que los sustentaban. Como hemos visto, eran dos procedimientos distintos; la política se relacionaba con lo que los próceres civiles conocían: nuevo contrato social, majestad de la ley, sufragio, representación, soberanía popular, igualdad civil, abolición de estamentos y castas, derechos individuales, división de poderes, democracia, república, etcétera. Todo lo cual era obra de los civiles y quedó patentado en la constitución de 1811 y en las Constituciones provinciales. Eso está allí, no lo estamos inventando hoy. Lo otro era la guerra contra los españoles, cuyos protocolos y conceptos no eran como los anteriores, sino los de orden, mando, obediencia, subordinación a la jerarquía, verticalidad en las decisiones, etcétera. [1]

Se trata como vemos, de dos procedimientos distintos, ¿qué pasó? Tres  fueron cuando menos, los motivos de aquella confusión y que le ha costado tanto a Hispanoamérica en cuanto a su comprensión histórica. Primero, el romanticismo. Al finalizar la guerra de la independencia, la epopeya de los hombres que la hicieron estuvo, obviamente, a la orden del día. Todo libro o crónica hacía referencia a sus héroes, que con notables méritos aparecían en los recuerdos inmediatos de épicas batallas. Esto transcurrió durante todo el siglo XIX, pero fue más allá inclusive, a través de ceremonias, conmemoraciones, pinturas, museos y monumentos, o sea, se consolidó a través de la memoria colectiva. El segundo aspecto que facilitó que la guerra fuera más valorada que la política, fue que mientras se hacía y construía la política en el Congreso de 1811, se libraba la batalla de Valencia en agosto de ese año; mientras se realizaba el Congreso de Angostura en 1819, se producía la batalla de las Queseras del Medio, y cuando deliberaba el Congreso de Cúcuta en 1821, aparecían los contendientes de la batalla de Carabobo; en fin, había un solapamiento de los actos de la guerra y la política, de modo que prevaleció siempre aquélla sobre ésta, cuando ambas eran decisivas. Así apareció una funesta categoría política en Hispanoamérica: la República de los campamentos o los militares sustituyendo a los civiles. Un último aspecto que consagró el militarismo en el ejercicio del poder, fue que quienes ganaron la guerra fueron los militares y al momento ejercieron el poder político, por la ausencia de un estado que sustituyera a la monarquía española, no es casual que después de la batalla de Ayacucho se enciendan los conflictos entre civiles y militares a los fines de ejercer los poderes públicos, el evento emblemático en esta situación fue la Convención de Ocaña, que luego de su disolución trajo la dictadura de Bolívar.

El contacto previo a la emancipación. Uno de los elementos más enigmáticos en el proceso de la emancipación suramericana, es la manera como el Generalísimo logró componer una organización que tenía vinculación entre Europa y América. Habíamos señalado en nuestro libro (Miranda y Bolívar. Dos Visiones), la participación del Precursor en la conspiración de Gual y España, a través de las cartas que dirige el gobernador de Trinidad, Thomas Picton a favor de la insurgencia en Venezuela, igualmente aparecen como comisarios Manuel Gual, Joaquín Sorondo y Francisco Zinsa, todo ello  ya ha sido fundamentado, nos interesa no perder de vista a Trinidad, sobre todo para aclarar posteriormente, la ruta de las estafetas y de los comisarios hispanoamericanos.

Veamos como fue el contacto con los insurgentes del Sur, en particular, con argentinos, chilenos y peruanos. En 1795, se formó en Madrid por iniciativa de Miranda: “La junta de diputados de los pueblos de la América Meridional”, en la casa de Pablo de Olavide, compuesta por americanos residentes en España: los salteños José y Francisco Gurruchaga, el tucumano José Moldes (padre), los chilenos José Cortés de Madariaga y Manuel José de Salas y el venezolano José del Pozo y Sucre.

El Acta de París tiene una reunión previa, en Madrid el 8 e octubre de 1797, donde se designan delegados a José del Pozo y Sucre y a Manuel José de Salas. Allí se producen unas instrucciones con las cuales va O’Higgins de Londres a Cádiz.

En la casa de Nicolás de la Cruz en Cádiz se reúnen los agentes americanos. La primera salida hacia América, según el propio O´Higgins, es la de él para Chile, Bejarano para Guayaquil y Quito, Baquijano para Lima y Perú, los canónigos Juan Pablo Fretes y Cortés de Madariaga para Chile, el gaditano Francisco Isnardi, Trinidad y Venezuela.

En Buenos Aires en 1802 se constituye la logia independencia, compuesta por: Castelli, Belgrano, los Rodríguez Peña, Paso, Vieytes, Donadío, Alberti, Terrada, Darragueira, Chiclana, Irigoyen y el coronel Cabello, de y agentes externos: French, Berruti, Viamonte y Guido. Lo interesante de este movimiento es que a casi todos los veremos el 25 de mayo de 1810.

Este grupo envía en 1803 a solicitar ayuda del gobierno inglés en favor de la independencia a Mariano Castilla y Ramos, quien contactó con William Burke [2] en 1804 y lo trae a América.

En 1808, desde España, Pueyrredon envía a Londres a José Moldes y a Manuel Pinto con Miranda. 

Miranda le comunica a Peña el 15 de agosto de 1810 que se ha reunido con Matías Irigoyen con el apoyo de Inglaterra. Este fue el último contacto del caraqueño con Buenos Aires.

Ahora bien, son muchos de distintas naciones suramericanas quienes participan en la red Mirandina. El esfuerzo decisivo comienza por la negativa de William Pitt a prestar su ayuda y se inicia con el acta de París en diciembre de 1797, y abarca la totalidad del espacio latinoamericano. Se requería de una coordinación de los cabildos y de los que reconocieran este ideario: O’Higgins, Madariaga, Salas (Chile); Pedro José Caro (Cuba y Perú); Nariño, Pedro Fermín de Vargas, Manuel Trujillo (Bogotá); Joaquín de Orellana, Capelo, José M. Antepara (Quito y Guayaquil); Cesáreo de la Torre, Francisco Ruiz, Juan Ascanio (Lima y Perú); Gabriel Lardizábal (Potosí); Juan Casas (Paiva); Lanza (Panamá); El canónigo Vitoria (México); Manuel Gual, Sorondo, Zinsa, Isnardi y Abad (Venezuela); Cortes Campomanes (Guadalupe y Venezuela); José María Casañas; J M Rico, Diego Meneses, León, Caetano, Fitzwilliam, Lambott, F. Febles (Trinidad), Manuel Padilla, Contucci, Saturnino Rodríguez Peña, Matías Irigoyen (Buenos Aires); Fernendez (Curazao); Hipolito José Dacosta y Domingo Martins (Brasil). [3]

Otros líderes también estuvieron en Londres, pero Miranda había marchado a Venezuela: Alvear, San Martín, Mier, Tomás Guido, Manuel Moreno, fueron recibidos por Andrés Bello y López Méndez.  

Antes de salir Miranda hacia Venezuela establece contacto con la familia Fagoaga, el Marqués del Apartado, financian el “colombiano”, tabloide. La difusión de documentos: Caracas a Bogotá y Quito; Buenos Aires a Lima y Santiago de Chile y a México y la Habana, gracias a la asistencia financiera mexicana, los papeles circularon en 1810, también “la carta a los españoles americanos” de Juan Pablo Viscardo y los dos primeros libros de William Burke, referidos a la emancipación suramericana. Hubo otra publicación adicional que apoyaron los Fagoaga: “Sur American Emancipación” Londres 1810, editado por José María Antepara, con el apoyo de la oposición del parlamento británico.

Los últimos pasos. Antes de la formación de las juntas en España, en 1808, Miranda había preconizado este movimiento en 1798 tras haber estudiado el caso de Holanda y la forma en cómo se deshizo del régimen español mediante una confederación de ciudades autogobernadas por juntas populares de gobierno.

De suma trascendencia para el acontecer emancipador suramericano fue la carta que Miranda escribe al marqués del Toro y al cabildo de Caracas el 20 de julio de 1808. Otra con igual tono envía, el 24 de julio de 1808, a Buenos Aires, Lima y Chile. “En esta suposición, suplico a usted muy de veras, que reuniéndose en un cuerpo municipal representativo, tomen a su cargo el gobierno de esa provincia; y que enviando sin dilación a esta capital (Londres) personas autorizadas y capaces de manejar asuntos de tanta entidad, veamos con este gobierno lo que convenga hacerse para la seguridad y suerte futura del Nuevo Mundo […] sírvanse ustedes igualmente (si lo juzgan conveniente) enviar copias de este aviso a las demás provincias limítrofes (Santa Fe y Quito) a fin de que haciendo el debido uso, marchemos unánimes al mismo punto, pues con la desunión solamente correrá riesgo a mi parecer, nuestra salvación e independencia”[4] Pues bien, paso a paso se cumplieron las sugerencias del general: el 19 de abril de 1810 el cabildo asumió el gobierno en defecto de la capitanía general; Andrés Bello, Luis López Méndez y -Simón Bolívar salieron a Londres; y la junta de gobierno se dirigió a los cabildos de la región con el objeto de colaboración y apoyo.

Hasta aquí, tenemos nombres y personalidades que participaron activamente en el movimiento emancipador, pero dejamos al aire una pregunta: ¿Cómo lo hicieron?

El punto de encuentro para enviar las comunicaciones de Miranda a Suramérica, era Trinidad, desde la conspiración de Gual y España (1797), a la que hicimos referencia, fue el lugar de encuentros de antillanos, venezolanos y colombianos. Territorio libre de España al igual que otros en las Antillas, le permitía que sus cartas viajaran desde Londres. La ruta como vimos en las cartas a los cabidos, era: Caracas, Colombia y Quito, la otra, Buenos Aires, Chile y Lima. Así recorría todo el continente, ¿Quiénes eran los correos? Una vez llegados los documentos a Trinidad, en un primer momento Thomas Picton, luego su sucesor, Thomas Hislop, Pedro Fermín de Vargas, el almirante Cochrane (no confundir con sus sobrino, que estuvo con San Martin), el trinitario Francisco Febles, el argentino Patricio Linch, Fitzwilliam, Cayetano, Leon y Casañas. A todos ellos hace referencia Miranda en su archivo. Sirvan estas líneas para reconocer el esfuerzo del Precursor como homenaje a los 271 años de su nacimiento.

* Presidente de Unión de Venezolanos en la Argentina (UVENAR)

[1] Es de hacer notar, que a mediados y fines del siglo XIX, Alberdi en “El Crimen de la Guerra” y Cecilio Acosta en sus ensayos de la guerra federal, advertían sobre la contraposición entre militarismo y república.

[2] Lo importante de este personaje, es que en contradicción con la obra de Mario Rodríguez, que asevera que tal persona no existió, lo veremos en Argentina, Brasil y Venezuela, sobre ello también tenemos documentos, pero escapa a esta narración.

[3] Usualmente, la información proviene del Archivo de Miranda. Tomo XV. Pg. 104, sin embargo, para esta y las otras listas hemos utilizado otras fuentes, las cuales presentaremos en su oportunidad.

[4] Miranda y Bolívar. Dos Visiones. Bid & Co. Editor. 4° Edición. 2012. Págs. 38, 39.

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